Todo hombre, por el hecho de serlo, participa de
una común dignidad que le permite llegar a ser lo que está llamado a ser: a la
verdad de la persona.
Cuando pensamos por qué el hombre es digno, llega
un momento en que la razón no puede profundizar más y hay que recurrir a la
revelación, y descubrimos que el hombre posee un valor absoluto en sí mismo al
ser imagen y semejanza de su creador.
El hombre es un valor absoluto porque es uno y
único en su relación con Dios. Dios nos ama como únicos y quiere al hombre
como fin, para ese amor le ha creado como uno y único.
La dignidad no la pueden tener unos sí y otros no.
El valor descansa en todo hombre en tanto que es hombre, porque su humanidad es
ya imagen divina.
El hombre es un ser unitario, no es sólo cuerpo o
espíritu, es una unidad, y nos reconocemos como cuerpo y espíritu viviendo.
Una vez que nos hemos reconocido, decimos que la
vida nos es dada y nos preguntamos sobre su inicio, ya que lo que está al
principio es lo que va a dar sentido a la vida.
Y así, creemos que el inicio de nuestra vida es un
acto creador de amor, por lo que si nuestra vida tiene un principio de amor,
tendrá un fin de amor.
De las opciones del origen del hombre, la más racional
es la que dice que somos criaturas salidas de un acto de amor, llevando la
imagen de nuestro creador. El creador se manifiesta en lo creado.
Vemos que el hombre es un ser relacional, y como
tal se relaciona constitutivamente con Dios. Es una relación que existe por sí
misma porque el hombre ha sido creado por Dios.
Por eso, la vida del hombre es una pregunta y una
búsqueda de su creador, y entonces es cuando el hombre descubre que es capaz de
Dios.
En la relación con Dios radica la dignidad más alta
del hombre. El hombre al tener conciencia de ser creado, busca e intenta
dialogar con el que es principio de su existencia.
El hombre también se relaciona con los otros, y
esto posibilita que se reconozca y sepa quien es. Y además se relaciona con la
creación, que es la que hace posible la alianza con Dios y la relación con los otros.
El hombre se hace disponible, se relaciona y
dialoga siendo libre, es digno.
Para reflexionar:
¿Dónde radica la dignidad del ser humano?
¿Se puede ser más o menos digno?
¿Podemos perder la dignidad?