Es un hecho constatado que desde que existe el hombre
a su lado ha estado la religión.
Si en la historia de la humanidad la religión hubiera
sido algo coyuntural fruto de una necesidad, cuando se satisface la necesidad o
cuando las ciencias dan una solución, ya no hace falta Dios.
Pero la religión no es coyuntural, es estructural,
forma parte de la esencia humana. El hecho religioso es connatural a la
humanidad, pues el hombre por lo que es, está abierto a la trascendencia y es
en la religión donde trata de buscar ese diálogo o contacto con Dios.
El ser humano ha sido creado para existir en relación con Dios, para
vivir en comunión con Él, pues ha sido creado a su imagen y semejanza y está
capacitado para dialogar con Él.
Esto lleva al hombre a estar ligado a Dios. En el
interior del hombre se encuentra un sentimiento de dependencia inserto en su
misma esencia.
La meta del hombre es ver a Dios, encontrarse con él,
y eso liga al hombre con Dios. Este es el por qué de que haya religión.
En la religión el hombre busca a Dios, pues se siente
religado, atado a él, y busca dar culto al creador. El hombre pregunta, busca,
y Dios responde, Dios sale al encuentro.
Existen diversidad de religiones, en ellas hay una
doctrina, un culto, y todas buscan la salvación del hombre.
La religión es una experiencia humana de relación con
una realidad suprema o misterio, que confiere sentido a la propia vida, pero no
es una experiencia experimental, pues no parte de los sentidos, ni se puede
repetir ese experimento, ni ese experimento es igual para todos.
La experiencia religiosa es experiencial, es vivencia,
supone un contacto o relación personal con lo que se tiene experiencia.
Cuando uno tiene experiencia de Dios, todo él se
transforma, pues esta experiencia llega al corazón, afecta al yo; todo queda
transformado con la presencia de Dios.
La relación ante Dios es de éxtasis, el hombre sale de
sí mismo y Dios ocupa el centro (aunque Dios no niega nuestro yo, sino que lo
hace distinto y mejor).
Para que exista religión se necesita el sujeto
creyente y el objeto creído. En esta relación la iniciativa es de Dios.
La religión supone encuentro, el ser trascendente se
hace presente, nos visita. Por eso la actitud religiosa lleva al sacrificio (a
través de un objeto consagrado se pretende realizar o expresar la relación con
la divinidad) y a la oración (relación directa con la divinidad, acto central
de la actitud religiosa).
Para reflexionar:
¿Qué entendemos por religión y ser religiosos? ¿Nuestra
actitud religiosa es de relación con Dios o cumplimiento de normas y preceptos?
¿Cómo nos relacionamos con Dios?