¿Qué nos enseñan hoy los Magos de Oriente?: ellos, como
todos los seres humanos, son buscadores. Buscamos la verdad que nos permita ser
libres y felices.
Los tres procedían de regiones lejanas y culturas
diferentes: son la imagen de toda la humanidad, que es guiada hacia ese Niño
que nace para la salvación de todos. Es la peregrinación de todos los pueblos
de la tierra hacia el encuentro con Jesús para experimentar su amor
misericordioso.
Todos nosotros, como los Magos, podemos ir al
encuentro de Jesús para reconocerlo y adorarlo, siempre que hayamos “visto salir su estrella”, ya que esta
es la condición indispensable para poder preguntar: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto
salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,2).
Todos buscamos esa estrella que nos ilumine y nos
lleve a la luz verdadera: “El Verbo era
la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo” (Jn 1,9).
Para buscar esa luz verdadera hay que ponerse en
camino (cuánto nos cuesta ponernos en marcha y salir de nuestras comodidades y
rutinas), y vencer las suspicacias y engaños de gente acomodada, con
privilegios, que no quiere cambios: “Al
enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él”. (Mt 2,3).
Eso requiere por nuestra parte tener claro que vale la
pena esa búsqueda, arriesgarlo todo en esa empresa que hemos comenzado. Hay que
ser constantes aunque a veces desaparezca la estrella que nos guía, porque la
volveremos a ver y nos llenaremos de alegría: “Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la
estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse
encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa
alegría”. (Mt 2, 9-10).
También para nosotros hay un gran consuelo al ver la
estrella, que nos hace sentir que no estamos abandonados sino guiados. Hoy para
nosotros la estrella es el Evangelio, la Palabra del Señor: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz
en mi sendero” (Salmo 119, v105).
Esta luz nos guía hacia Cristo. Sin escuchar el
Evangelio no es posible encontrarlo. La Palabra de Dios es a la vez estrella
que guía y luz que ilumina nuestras vidas, porque al orar, al meditar la
Palabra de Dios nos acercamos a Jesús, entramos en su casa y estamos con su
Madre viéndole: “Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt
2,11).
Una vez postrados ante Él, estamos en condiciones de
adorarle y ofrecerle lo que tenemos y lo que somos. Con nuestra entrega a los hermanos
necesitados adoramos a Jesús.
Por eso Jesús se presentó primero a ellos, a unos
pastores insignificantes y despreciados: “os
anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en
la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,
10-11). Y ellos: “Fueron corriendo y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo,
contaron lo que se les había dicho de aquel niño” (Lc 2, 16-17).
Jesús se manifestó a los pastores y a los Magos,
que se sintieron misteriosamente atraídos por ese Niño. Son muy diferentes
entre sí, pero acuden a ver a Jesús porque miran al cielo, porque no están
encerrados en sí mismos, sino que tienen el corazón y la mente abiertos a lo
que Dios quiera, y Este siempre sorprende si sabemos acoger sus mensajes y
responder a ellos.
Tanto los pastores como los Magos, vuelven del
encuentro con Jesús cambiados. Así, los pastores: “se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo
que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho” (Lc 2, 20).
Y los Magos: “se retiraron a su tierra
por otro camino” (Mt 2,12b).
Hoy, nosotros como los pastores debemos hablar de lo
que hemos visto y oído en casa de Jesús; y como los magos, debemos cambiar el
rumbo de nuestra vida para caminar por las sendas del amor y paz que hemos
recibido.
Para
reflexionar:
¿Qué nos dicen los Magos? ¿A quién buscamos? Si hay
encuentro con Jesús hay cambio de vida ¿en mi vida hay cambio?
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