Bautismo y confirmación son los medios queridos por
Jesús para incorporarnos a su vida. Estos sacramentos producen la vida en
Cristo.
No se debe dividir este proceso de iniciación
cristiana. El bautismo es el comienzo del don del E. S. y la confirmación
perfecciona ese don, se lleva a plenitud lo que se inició en el bautismo.
Estos sacramentos nos introducen en el misterio
pascual de Cristo, de forma que por el bautismo recibimos la vida nueva en
Cristo, y por la confirmación recibimos el don del E. S. que lleva a plenitud
lo recibido en el bautismo.
En la confirmación el cristiano se inviste
públicamente para la misión, se vincula más estrechamente con la Iglesia. Se
enriquece con la fuerza del E. S. y queda obligado a defender la fe como testigo.
Al recibir el E. S. en la confirmación, no se confirma
la fe, no es conquista personal, sino que se recibe un don, un regalo del E. S.
No se trata de aprender catequesis, sentirse maduro y
recibir como premio el E. S. sino que al querer vivir la vida de Cristo, se nos
da el E. S. como regalo. El confirmado es simplemente una persona que se ha
abierto a la gracia y quiere acoger el don.
Con la confirmación se perfecciona lo recibido en el
bautismo, es el don del E. S. en plenitud, de forma que los carismas de la
caridad, la predicación, la enseñanza, el gobierno… no son fruto de conquistas
personales, sino obra del E. S. que se vivirán en plenitud en el más allá, pero
que ahora el E. S. nos los regala y anticipa aquí.
La confirmación nos lanza a vivir en el compromiso
cristiano de pertenecer a la Iglesia y trabajar por el Reino.
La Iglesia sin el E. S. sería una ONG, la caridad sin
el Espíritu sería filantropía, la enseñanza sin el Espíritu, palabrería…
El derecho, el deber y la facultad que tienen los laicos
de anunciar la Palabra de Dios nace de su bautismo y confirmación. Los
sacramentos de iniciación nos dan la fuerza para anunciar el mensaje
cristiano.
Para reflexionar:
¿Qué importancia damos al sacramento de la
confirmación? ¿Notamos los confirmados la presencia del E. S. en nuestra vida
cotidiana?