lunes, 12 de marzo de 2018

RETIROS DE EMAÚS

La mayoría de las personas que participan en los retiros de Emaús pretenden, como aquellos que lo hacen en otros retiros, alejarse de la vida cotidiana y sus preocupaciones, para buscar un lugar y un tiempo donde poder repasar la vida y encontrarse consigo mismo o con Dios.
En España los retiros de Emaús se realizan desde hace unos años y parece que con buena acogida por los que han participado en ellos, con indiferencia por los que creen no necesitar a Dios, y con cierta desconfianza por quienes los ven como algo oculto o secreto debido a la confidencialidad de lo que allí se trata y que no trasciende al exterior.
Estos retiros son una acción apostólica parroquial que realizan los laicos. Pocas veces se permite a los laicos asumir su responsabilidad y compromiso dentro de la Iglesia para lanzarse sin complejos y sin clérigos tutores, al encuentro entusiasmado con Jesucristo.
Son retiros en los que no se discrimina a nadie, todos caben, porque todos somos iguales. En ellos se invita, a la luz de lo que allí acontece, a reconocer lo que somos y a dejarnos acoger por un Dios que nos ama con locura.
Dios nos facilita muchos caminos para encontrarnos con él y uno de ellos puede ser este. Pese a nuestra falta de fe, de compromiso cristiano, de formación, o ante nuestro exceso de comodidad, prepotencia, desidia, pereza, y ante nuestra desconfianza por el desconocimiento de lo que son estos retiros, Dios puede que nos invite a ellos y nos diga “venid y veréis” (cf. Jn 1, 35-39).
Pero… yo no sé rezar, yo voy a misa todos los días, yo no creo, yo he hecho muchas barbaridades en esta vida, yo no sé perdonar, yo he estudiado teología, yo solo me preocupo de mí, la última confesión que hice fue hace 20 años… ¿puedo hacer ese retiro? ¿lo entenderé? ¿me hará bien? ¿me iré antes que acabe?
Ante estas cuestiones y dudas, solo cabe una respuesta: Dios siempre nos está esperando, seamos como seamos, para darnos un abrazo. Lo que más le gusta es que nos dejemos abrazar por él.
La predisposición de uno para hacer ese retiro es indiferente, pues sea cual sea, Dios se las apañará para darte un abrazo. No importa lo que creas o sientas, lo que sepas o ignores, Dios simplemente abre sus brazos y te acoge.
Ante la grandeza del que acoge sin condiciones y la enorme pequeñez del acogido que no es más que un ser miserable, débil y egoísta, ese abrazo te cura, te acerca a Dios y te cambia.
Venid y veréis.
Para reflexionar: ¿Le dedicamos tiempo a Dios para que se nos manifieste? ¿Dónde nos podemos encontrar con Dios?

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