Nadie en este mundo
vive olvidado ni está solo. Dios nos acompaña, y si alguien se aparta de él, su
mayor alegría es buscar y encontrar a quienes viven perdidos y no encuentran el
camino acertado de la vida.
Todos los seres
humanos somos criaturas de Dios y le pertenecemos. En la parábola de la oveja
perdida (Cf Lc 15, 3-10), se nos dice lo que es capaz de hacer Dios por no
perder algo suyo que aprecia de verdad.
Dios siente a los
perdidos como algo suyo y querido, por eso los busca apasionadamente, y cuando
los recupera, su alegría es incontenible.
El pastor de la
parábola no duda en arriesgar la suerte de todo un rebaño y sale en busca de la
oveja perdida, pues le pertenece, y no para hasta encontrarla. Y cuando la
encuentra, carga con ella, la devuelve al rebaño, y muy contento reúne a amigos
y vecinos para que se alegren con él.
Dios no solo busca al
que está perdido sino que, cuando lo encuentra, lo celebra jubilosamente. Por
eso en el cielo hay más alegría por un pecador que se convierte que por noventa
y nueve justos que no necesitan convertirse.
La oveja no hace nada
para volver al redil, el pecador no se va a esforzar para convertirse. Todo es
iniciativa de Dios que irrumpe en la vida del pecador con su misericordia.
En esta parábola, más
que hablar de la conversión del pecador, se nos indica que Dios está siempre
buscándonos para manifestarnos su gran bondad. Dios es un activo buscador de
algo suyo que ha perdido.
Dios no está enfadado,
ni ofendido ante nuestro extravío, sino preocupado en buscarnos para sacarnos
de nuestra vida equivocada. Sentirse pecador es la situación privilegiada para
acercarse a Dios. Mis pecados no le hacen quererme menos.
Lo mejor que nos puede
pasar en esta vida es dejarnos encontrar por Dios que sale en nuestra búsqueda
cuando nos apartamos de su camino.
Dios no rechaza a los
perdidos, los busca. Jesús los acoge y come con ellos. Ante este comportamiento de Dios, nosotros no
podemos despreciar, discriminar o condenar a nadie, sino que unidos a Jesús,
debemos ayudarle a buscar a tanta gente perdida que existe cerca de nosotros para
conducirla hacia su rebaño.
Para reflexionar:
Si me siento perdido
¿recuerdo que Dios me está buscando? ¿Anunciamos que Dios busca incansablemente
a las personas perdidas?
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