miércoles, 1 de febrero de 2017

GANAR AMIGOS ¿QUÉ AMIGOS?

En la parábola del administrador astuto (Lc 16, 1-15) el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia” (Lc 16,8). Este administrador no se nos presenta como modelo a seguir, sino como ejemplo de astucia.
La parábola a continuación nos dice: "Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas” (Lc 16, 9).
El dinero de iniquidad o injusto es aquel que no cumple una función social y es destinado, por aquel que lo ha conseguido, para su propio beneficio. Es una complacencia egoísta con el dinero para su seguridad, ignorando las necesidades ajenas. Es la riqueza que se disfruta sin compartirla con los pobres y hambrientos.
Esta es la “astucia” del administrador: ha descubierto otra función del dinero, que es la de ganar amigos y ayudar a los pobres que dependen como él de un amo rico, para salvar su vida. Así, el administrador se salva de vivir de la mendicidad o de trabajos que no puede hacer.
Y esta es la “astucia” que nos pide el Señor: emplear lo que tenemos en ayudar a los pobres; ganar su amistad compartiendo con ellos nuestros bienes, y así nos salvaremos, pues en la hora de la muerte, cuando el dinero ya no sirva para nada, ellos, los pobres con los que compartimos nuestros bienes, serán nuestros amigos y nos acogerán en la casa del Padre.
Si somos amigos de los pobres nos salvaremos. Ahora estamos todavía en un tiempo propicio para compartir nuestros bienes con los más necesitados.
Ante la astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu de los valores del mundo, para vivir según el Evangelio.
Con esta enseñanza, Jesús nos exhorta a elegir entre Él y el espíritu del mundo; entre la lógica de la corrupción, del abuso y de la avidez; y la de la rectitud, de la humildad y del compartir.
Jesús nos dice hoy que empleemos nuestros bienes y riquezas en ayudar al prójimo necesitado, compartiéndolos con él. Así nos granjearemos su amistad. Hacerse amigo de los pobres es granjearse también la amistad de Dios, pues son sus preferidos.
Tenemos que “blanquear” ante Dios nuestro dinero, y la mejor forma de hacerlo es compartirlo con sus hijos preferidos, los pobres.
Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto cuando olvida a los más pobres.
Para reflexionar:
¿Cuál es mi relación con el dinero? ¿Qué función primordial ocupa el dinero en mi vida?

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