En el mal y el dolor es en donde se siente más el
silencio de Dios. Ante el mal surge la pregunta de ¿qué hace Dios? o, ¿por qué
Dios no evita el mal?
El sufrimiento y el dolor han sido siempre una causa
para cuestionar la existencia de Dios.
Epicuro fue el primero en plantear que si Dios es
omnipotente no entiende por qué no evita el mal. ¿Cómo puede ser Dios bueno y
permitir el mal?, parecen atributos contradictorios.
Hay una contradicción en que haya un Dios y un mal. No
puede ser que exista Dios ante la presencia del mal.
S. Agustín dice que el mal es algo negativo, pero
sentimos el mal porque hay bien, el mal es la ausencia del bien. Si no hubiera
bien no podríamos sentir el mal. Y Sto Tomás de Aquino nos dirá que si hay mal
es porque hay bien y si hay bien es porque hay Dios. El bien tiene su causa
última en Dios y si hay mal es porque hay bien y hay Dios.
El mundo y la criatura humana son finitos y
contingentes, solo el creador es perfecto. La contingencia y la posibilidad de error
está en todo lo creado, por eso existe la posibilidad de mal. El fallo, el
desajuste, el mal, es inevitable en una realidad creada.
El mal físico es aquel que nos encontramos, el que
proviene de la naturaleza.
El mal moral es el que procede de la libertad humana, fruto
de la decisión de la voluntad del hombre.
El mal físico es consecuencia de la contingencia del
mundo, la naturaleza imperfecta puede producir ese mal. Pero el pecado humano
repercute en la naturaleza.
Respecto al mal moral, la explicación está en la
libertad humana, entonces ¿vale la pena que Dios haya creado un mundo con seres
humanos libres capaces de hacer el mal? A esto se responde que la grandeza y
miseria del ser humano es la libertad, y por tanto podemos ser causa de mal.
Dios ha creado un mundo contingente que tiene fallos y
provoca el mal, además ha optado por una creación de hombres libres capaces de
hacer el mal.
Ante esto hay argumentos que dicen que el mal puede ofrecer
a los hombres una posibilidad de autoformación y enriquecimiento. Pero esto
puede llevarnos a justificar el mal por un bien, y eso no es correcto. El fin
no justifica los medios, el que haya un fin bueno no justifica medios malos.
Dios quiere un bien, que es la libertad humana, aunque
eso causa males, pero Dios quiere lo bueno, no el mal.
La respuesta cristiana al hombre que se encuentra y
vive el sufrimiento, es la cruz de Cristo. Dios mismo asume el mal, el dolor, y
lo convierte en redentor. Eleva el dolor humano de Jesús y nos invita a unirnos
a ese dolor.
No hay respuestas contundentes y definitivas frente al
mal. Hay que mirar a la cruz y asumirlo.
Ante el mal, la Sagrada Escritura nos invita a paliar
el dolor de los demás, a ser solidarios y compasivos, nos invita a una praxis
frente al mal.
En el libro de Job, Dios acaba diciéndole al hombre
¿quién eres tú para pedirme explicaciones? No podemos conocer la mente de Dios
¿cómo vamos a encontrar la razón por la que hay mal?
El problema está en que Dios es omnipotente, es bueno,
y está el mal, pues si desapareciese una de estas 3 afirmaciones, no habría
problema.
Para
reflexionar:
Nuestro sufrimiento y dolor si lo unimos al de Jesús
en la cruz ¿contribuye a la redención del mundo?
¿Donde se da la retribución al justo que sufre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario