El
interrogante del Nuevo Testamento es: ¿qué tenemos que hacer para ser fieles al
acontecimiento Cristo? La respuesta es la conversión.
Los evangelios sinópticos: predican el reino de Dios y su justicia, persiguen
una moral que nazca del interior de las personas y los cambie. Es la llamada a
la conversión, a cómo vivimos la fe. Para conseguirlo, se nos dice que Dios es
misericordioso y se acerca al hombre para que se convierta.
Pero
en estos evangelios hay además otra moral, la del discipulado, que consiste en
seguir a Jesús. Para ello no basta el aprendizaje teórico, hace falta la
adhesión personal al Maestro.
El
ideal del Nuevo Testamento no es la ética de mínimos del Antiguo Testamento,
sino la de máximos de las bienaventuranzas. Es una propuesta de felicidad
basada en una moral que se funda en el amor y la caridad.
Al
experimentar el amor, la misericordia y el perdón de Dios, podemos vivir las
bienaventuranzas. Es la moral del amor.
La
vida moral del Nuevo Testamento es el seguimiento de Jesús en el cumplimiento
de la caridad, y se realiza por la acción del Espíritu Santo que es quien lo
explica todo, da fuerzas y posibilita que el cristiano se convierta.
Moral paulina: la salvación es creer que Jesús es el Señor. Que las promesas
de Dios se cumplen en Jesús.
Es
la moral que surge del encuentro personal con Cristo Resucitado, que nos busca,
nos cambia y nos libera para que seamos felices.
Nos
lleva a ser hombres nuevos que viven en las 3 virtudes que nos mantienen unidos
a Dios: fe, esperanza y caridad. La más importante es el amor.
Es
una moral de la vida cotidiana basada en las virtudes, con un crecimiento
gradual. El cristiano está en camino.
Escritos joánicos: la tarea moral es permanecer en el amor de Dios, y
esto se consigue con el seguimiento de Jesucristo.
Al
ser Jesús camino, verdad y vida, vivir en Cristo es la verdad y el camino a
seguir.
El
mandato del Padre Jesús lo entrega: amaos unos a otros como yo os he amado. La
clave moral es el “como yo os he amado”. Quiere que nos amemos con esa entrega
y radicalidad que es expresión del amor del Padre.
Cristo
es el modelo de comportamiento cristiano, por eso el cristiano no vive la ética
de mínimos (cumplir los mandamientos), sino que debe amar y entregarse como
Jesús.
Carta de Santiago: subraya la importancia de las obras para mantener
viva la fe. Existe relación fe y obras.
Nos
salva la fe: pero la fe actúa por medio de las obras de amor, ya que al
convertirnos intentamos vivir como la fe nos dice.
Es
el obrar moral: que exista coherencia entre fe y vida, pues no se puede decir
que se cree en Dios y no importarnos lo que hacemos.
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