lunes, 10 de diciembre de 2012

MISA (III)



Segunda parte: Liturgia Eucarística:
Es el memorial, donde se dan los 4 gestos: ofertorio, plegaria eucarística, fracción y comunión.
Abarca desde la presentación de los dones hasta la oración postcomunión.
Tiene 3 partes:
a) El ofertorio:
Va desde la presentación de los dones hasta la oración sobre las ofrendas.
Tomó pan… tomó el cáliz… La Iglesia enmarca en este rito el gesto de Jesús de tomar pan y vino, para convertirlos en su cuerpo y en su sangre.
En el pan y el vino el Señor ha querido simbolizar su cuerpo y su sangre.
Pero también significan la bondad de la creación: fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Dones por los que le damos gracias al creador.
La presentación del pan y vino, y la colecta, forman un todo simbólico: el dinero para el sustento de la vida, y el pan y vino que sustentan la vida, están ganados con la vida de trabajo.
Estos gestos expresan la entrega de nuestra vida en acto de oblación y culto a Dios, que implica caridad para los hermanos, y la unimos a la de Cristo en su sacrificio al Padre por nosotros.
La procesión de ofrendas expresa esa entrega de la comunidad que celebra la Eucaristía.
El sacerdote hace un gesto de ofrecimiento elevando el pan y el vino mientras bendice a Dios. Entonces el fiel ha de elevar el corazón uniéndose a Cristo y se dispone a ofrecerse e inmolarse con él, en el momento de la consagración.
La respuesta amén a la oración conclusiva del ofertorio manifiesta la unidad de la asamblea viviendo todo el simbolismo del ofertorio.
b) Anáfora o Plegaria Eucarística:
Dijo la bendición… Es la oración de bendición a Dios y acción de gracias por la que quedan consagrados el pan y el vino.
Es el corazón y cumbre de la celebración. Es propia del obispo y del presbítero.
La asamblea sólo interviene: con el “Santo”, con la aclamación después de la consagración, y con el amén final.
La plegaria eucarística consta de:
Prefacio: expresa la acción de gracias por nuestra salvación en Cristo. La aclamación del Santo nos une a la alabanza que los ángeles, los santos y la Iglesia celestial cantan sin cesar a Dios.
Epíclesis de consagración: es la invocación al Padre para que envíe el Espíritu Santo y convierta el pan y el vino, en el cuerpo y sangre de Cristo.
Narración de la cena: son las palabras que dijo Cristo por las que el pan se convierte en su cuerpo y el vino en su sangre, hacen presente el sacrificio de la cruz. Son las palabras de la consagración.
En el momento de la consagración, Cristo, presente en el sacerdote por su Espíritu Santo, convierte el pan y el vino en su cuerpo y sangre, y renueva su Misterio Pascual, asumiéndonos a nosotros y a todo su cuerpo Místico con él, en oblación al Padre, para gloria de Dios y salvación del mundo.
En el momento de la consagración nuestra vida está unida a la ofrenda de Cristo, por la que nos ofrecemos nosotros también.
La actitud interna en este momento debe ser de gratitud, adoración, expiación y ofrecimiento.
Después de la consagración, la asamblea proclama el misterio pascual que acaba de acontecer y ansía su consumación en la segunda venida de Cristo.
Anamnesis: expresa el memorial de la Pascua: muerte y resurrección.
Oblación: te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación… expresa el ofrecimiento del cuerpo y sangre de Cristo.
Epíclesis de comunión: se pide la acción del Espíritu Santo para que lleve a término en nosotros y en toda la Iglesia los efectos del sacramento de la Eucaristía.
Intercesiones: se expresa la comunión con toda la Iglesia: con la del cielo, la de la tierra, pidiendo por ella, por el papa y por el obispo propio, con quien entramos en comunión con la Iglesia Universal, y con la Iglesia del purgatorio pidiendo por los difuntos.
Doxología: expresa la glorificación de Dios, fin de todo el misterio salvador.
El amén significa la adhesión a todo el acto salvador de Cristo, y el compromiso con él de mantener en la vida la acción realizada en el altar.
c) La comunión:
En el padre nuestro, como preparación inmediata a la comunión, profesamos nuestra condición de hijos y nuestra relación de hermanos.
El rito de la paz expresa la aceptación de la paz que Jesús nos da y la disposición del corazón en paz con todos.
La paz viene desde el altar, de Cristo a nosotros.
La fracción: lo partió:
La fracción es el gesto de Jesús: lo partió. Significa su entrega, nuestra entrega, ya que todos los que comemos del mismo pan formamos el mismo cuerpo de Cristo.
Lo acompaña el canto del “Cordero de Dios”.
La comunión: se lo dio.
La comunión es el cuarto gesto de Jesús: y se lo dio.
Cristo viene en persona con los efectos de la salvación a obrarla en nosotros por el Espíritu Santo. Esto nos lleva a vincularnos profundamente con Cristo, y por él a todos los hermanos.
La oración postcomunión es la que cierra la liturgia eucarística. Suele pedir que confirme los efectos del sacramento.
Rito de despedida:
El rito de despedida consiste en el saludo, la bendición, y el “podéis ir en paz”.
Lo celebrado ha de ser vivido como testimonio de la presencia en el mundo de Cristo Resucitado.
Para reflexionar:
¿Nos damos cuenta de que en la Eucaristía nos ofrecemos, junto a Jesucristo, a Dios Padre?
¿Qué significa para nosotros que Jesucristo venga en persona a nosotros en la comunión? ¿Cambia nuestras vidas?


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