Segunda parte: Liturgia Eucarística:
Es el memorial, donde se dan los 4 gestos:
ofertorio, plegaria eucarística, fracción y comunión.
Abarca desde la presentación de los dones hasta la
oración postcomunión.
Tiene 3 partes:
a) El ofertorio:
Va desde la presentación de los dones hasta la
oración sobre las ofrendas.
Tomó pan… tomó el cáliz… La Iglesia enmarca en este
rito el gesto de Jesús de tomar pan y vino, para convertirlos en su cuerpo y en
su sangre.
En el pan y el vino el Señor ha querido simbolizar
su cuerpo y su sangre.
Pero también significan la bondad de la creación:
fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Dones por los que le damos gracias
al creador.
La presentación del pan y vino, y la colecta,
forman un todo simbólico: el dinero para el sustento de la vida, y el pan y
vino que sustentan la vida, están ganados con la vida de trabajo.
Estos gestos expresan la entrega de nuestra vida en
acto de oblación y culto a Dios, que implica caridad para los hermanos, y la
unimos a la de Cristo en su sacrificio al Padre por nosotros.
La procesión de ofrendas expresa esa entrega de la
comunidad que celebra la Eucaristía.
El sacerdote hace un gesto de ofrecimiento elevando
el pan y el vino mientras bendice a Dios. Entonces el fiel ha de elevar el
corazón uniéndose a Cristo y se dispone a ofrecerse e inmolarse con él, en el
momento de la consagración.
La respuesta amén a la oración conclusiva del
ofertorio manifiesta la unidad de la asamblea viviendo todo el simbolismo del
ofertorio.
b) Anáfora o
Plegaria Eucarística:
Dijo la bendición… Es la oración de
bendición a Dios y acción de gracias por la que quedan consagrados el pan y el
vino.
Es el corazón y cumbre de la celebración. Es propia
del obispo y del presbítero.
La asamblea sólo interviene: con el “Santo”, con la
aclamación después de la consagración, y con el amén final.
La plegaria eucarística consta de:
Prefacio:
expresa la acción de gracias por nuestra salvación en Cristo. La aclamación del
Santo nos une a la alabanza que los ángeles, los santos y la Iglesia celestial
cantan sin cesar a Dios.
Epíclesis de consagración: es la invocación al Padre para que envíe el
Espíritu Santo y convierta el pan y el vino, en el cuerpo y sangre de Cristo.
Narración de la cena: son las palabras que dijo Cristo por las que el
pan se convierte en su cuerpo y el vino en su sangre, hacen presente el
sacrificio de la cruz. Son las palabras de la consagración.
En el momento de la consagración, Cristo, presente
en el sacerdote por su Espíritu Santo, convierte el pan y el vino en su cuerpo
y sangre, y renueva su Misterio Pascual, asumiéndonos a nosotros y a todo su
cuerpo Místico con él, en oblación al Padre, para gloria de Dios y salvación
del mundo.
En el momento de la consagración nuestra vida está
unida a la ofrenda de Cristo, por la que nos ofrecemos nosotros también.
La actitud interna en este momento debe ser de
gratitud, adoración, expiación y ofrecimiento.
Después de la consagración, la asamblea proclama el
misterio pascual que acaba de acontecer y ansía su consumación en la segunda
venida de Cristo.
Anamnesis:
expresa el memorial de la Pascua: muerte y resurrección.
Oblación:
te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación… expresa el ofrecimiento
del cuerpo y sangre de Cristo.
Epíclesis de comunión: se pide la acción del Espíritu Santo para que
lleve a término en nosotros y en toda la Iglesia los efectos del sacramento de
la Eucaristía.
Intercesiones: se expresa la comunión con toda la Iglesia: con la del cielo, la de
la tierra, pidiendo por ella, por el papa y por el obispo propio, con quien
entramos en comunión con la Iglesia Universal, y con la Iglesia del purgatorio
pidiendo por los difuntos.
Doxología:
expresa la glorificación de Dios, fin de todo el misterio salvador.
El amén significa la adhesión a todo el acto
salvador de Cristo, y el compromiso con él de mantener en la vida la acción
realizada en el altar.
c) La comunión:
En el padre nuestro, como preparación inmediata a
la comunión, profesamos nuestra condición de hijos y nuestra relación de
hermanos.
El rito de la paz expresa la aceptación de la paz
que Jesús nos da y la disposición del corazón en paz con todos.
La paz viene desde el altar, de Cristo a nosotros.
La fracción: lo partió:
La fracción es el gesto de Jesús: lo partió.
Significa su entrega, nuestra entrega, ya que todos los que comemos del mismo
pan formamos el mismo cuerpo de Cristo.
Lo acompaña el canto del “Cordero de Dios”.
La comunión: se lo dio.
La comunión es el cuarto gesto de Jesús: y se lo
dio.
Cristo viene en persona con los efectos de la
salvación a obrarla en nosotros por el Espíritu Santo. Esto nos lleva a
vincularnos profundamente con Cristo, y por él a todos los hermanos.
La oración postcomunión es la que cierra la
liturgia eucarística. Suele pedir que confirme los efectos del sacramento.
Rito de despedida:
El rito de despedida consiste en el saludo, la
bendición, y el “podéis ir en paz”.
Lo celebrado ha de ser vivido como testimonio de la
presencia en el mundo de Cristo Resucitado.
Para reflexionar:
¿Nos damos cuenta de que en la Eucaristía nos
ofrecemos, junto a Jesucristo, a Dios Padre?
¿Qué significa para nosotros que Jesucristo venga
en persona a nosotros en la comunión? ¿Cambia nuestras vidas?
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