Dios, como creador y consumador del mundo, tiene un
proyecto de salvación para el género humano.
Este proyecto de salvación comienza con la creación
del mundo, culmina con Jesucristo, y se consuma con la escatología.
La Revelación de Dios nos presenta una historia
anterior a Jesucristo, es la historia de la salvación que se narra en el
Antiguo Testamento.
Pero el centro de la historia de la salvación y de
la teología es la Cristología. Jesucristo es la plenitud de todo el proceso
iniciado en la creación.
La creación tiene el objetivo de que aparezca Jesucristo
con una misión concreta.
Entre Cristo, culmen de la Revelación, y la
escatología, consumación del proyecto de Dios, está lo que fundó Cristo: la Iglesia.
La Iglesia continúa la salvación que Jesucristo ha traído a
todas las criaturas, y lo hace a través de la predicación y los sacramentos.
Los sacramentos son la acción por medio de la cual la Iglesia hace presente a
Jesucristo con todo su poder en la vida de los creyentes.
La Iglesia, Cristo y los sacramentos son inseparables.
Los sacramentos dan la gracia. La gracia es Dios
mismo, es Jesucristo.
La gracia (Jesucristo) la da la Iglesia en los
sacramentos, y Cristo nos da el Espíritu Santo que hace que nos configuremos
con Él.
Cristo, por medio de la Iglesia y a través de los
sacramentos nos da la gracia para vivir en la moral cristiana.
La moral cristiana nos llevará a la caridad, que es
la virtud teologal más importante.
Con la caridad, cumpliendo el amor, nos presentaremos
delante de Dios al final de los tiempos, en la escatología.
Esta es la secuencia: Dios-Revelación-Cristo-Iglesia-sacramentos-gracia-moral-amor-escatología-Dios.
Para
reflexionar:
¿Somos conscientes que Dios tiene un plan de
salvación para la humanidad?
¿Vemos continuidad en la revelación del plan de
Dios antes y después de Jesucristo?
¿Puede fallar ese proyecto de salvación? ¿De qué o
de quien depende?
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