En la Biblia no existe un tratado sobre Dios, no
busca definirlo. El Antiguo Testamento considera los acontecimientos históricos
del pueblo de Israel como relaciones del hombre con Dios, ya que Dios
interviene en la historia y se hace protagonista de ella, para liberar y salvar
a los hombres.
El Antiguo Testamento nos muestra como el hombre va
conociendo a Dios y sabiendo qué es lo
que quiere, ya que es en la historia donde el pueblo se encuentra con Dios, donde
el hombre es capaz de descubrir a Dios.
Son escritos surgidos a lo largo de la historia del
pueblo de Israel, que manifiestan la estrecha relación que existe entre los
acontecimientos y la interpretación teológica que el pueblo hace de ellos.
En el Antiguo testamento Yahvé aparece como el Dios
que se ha revelado a Israel y del que éste ha tenido experiencia en el éxodo,
en el Sinaí y en tantas otras circunstancias de su historia.
Es Dios quien habla de sí mismo, y habla el Dios
fuerte, omnipotente y poderoso, cuya visión y proximidad produce en el hombre
una actitud de reverencia y un temor indefinible, cuya Palabra es eterna e
irrevocable. Pero habla también el Dios amable, cuya palabra resuena en los
oídos o se percibe interiormente.
A
Dios no se le conoce por medio de una profunda reflexión, sino a través de un
conjunto de intervenciones en la historia, no por medio de una investigación,
sino porque Él mismo ha querido revelarse.
La trascendencia de Dios
le convierte en “absolutamente otro”, con quien nada se puede asemejar.
Es un Dios vivo, activo,
eficaz, siempre presente, poderoso, que se relaciona con su pueblo por medio de
alianzas.
Dios no es un ser lejano
que se limita a gobernar el orden del mundo y se desentiende de la suerte de
los hombres, sino un Dios que ama a los hombres, que se comunica a ellos, que
se compadece de sus males, que reclama una respuesta.
Este
Dios del Antiguo Testamento es cercano y transcendente, está por encima del
tiempo y del espacio.
Dios va “jugando” con la libertad del hombre, sigue
con su plan de salvación a pesar de los reyes que tiene Israel, de las
invasiones… Dios se mete en la historia para conseguir su objetivo. Por ello
ningún acontecimiento es negativo (incluso el exilio que fue visto como la
destrucción de Israel, sirvió para purificar la fe del pueblo).
Yahvé actúa constantemente en la historia de su
pueblo de acuerdo con un plan, y aunque tiene que juzgar y castigar, al final
triunfa la salvación.
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