Afirmaciones que se hacen sobre Dios en el Antiguo
Testamento: En primer lugar Dios
aparece como uno y único: “escucha Israel, Yahvé es nuestro Dios, es único,
amarás a Dios con todo tu corazón, todas
tus fuerzas…”
Israel no tolera adoración a otros dioses. Está en
una lucha constante contra el politeísmo.
Elías lucha por distanciar a Yahvé de los Baales,
diciendo que Dios es el totalmente otro y exclusivamente uno, y lo antepone a
los otros dioses. Isaías anuncia un monoteísmo que ya se ha hecho consciente:
sólo Yahvé es Dios, no hay Dios justo ni salvador fuera de mí, dice el Señor.
En segundo lugar aparece la Santidad de Dios: Dios
trasciende todas las cosas, es infinito y absoluto. Esta realidad distinta,
grande, otra, diferente… se expresa con la palabra santo.
Eso lleva al pueblo de Israel a tener conciencia de
la supremacía de Dios con respecto al mundo.
El señorío de Dios sobre el mundo trasciende el
tiempo y el espacio. Dios es eterno. Frente al mundo, Dios es el inalcanzable y
el totalmente otro.
La propiedad esencial de Dios es ser santo. Pero su
santidad no es sólo estar en una realidad totalmente otra, no es sólo porque no
sea pecador ni criatura, sino por su amor, por la inconcebible fuerza del amor con
que se entrega.
En tercer lugar aparece en el Antiguo Testamento el
nombre de Dios. El nombre para los hebreos es parte integrante de la persona; responde a
la esencia del objeto nombrado y la revela.
Dios ofrece su nombre, como una muestra de
cercanía. El nombre ocupa el lugar que en otros cultos tiene la imagen.
El primer nombre que aparece es El o Eloín, que
significa poder, gloria, majestad, fortaleza… Israel recoge este nombre de los
pueblos y religiones vecinos pero le da un giro personal, habla del Dios de
nuestros padres, del Dios de Abrahán… es un Dios que se relaciona o vincula con
personas.
Otra expresión de Dios es Adonai, es el Señor que
ha creado el pueblo, lo posee y lo conduce.
El nombre principal que se le da a Dios en el Antiguo
Testamento es Yahvé. Es la manera más habitual de llamar a Dios. Yahvé lo han
traducido como “yo soy el que soy”. Dios les dice eso para no decirles quien
es, para que no intenten atraparlo, pues Dios es más grande que todo.
En cuarto lugar, el Dios que aparece en el Antiguo
Testamento es el Dios de la Alianza, ya que la historia de la salvación es una
historia de las alianzas de Dios con la humanidad.
La Alianza es una promesa solemne de Dios que se
compromete a ser nuestro Dios, y nosotros su pueblo, para ser acompañados en
toda la historia.
Dios le pide a su pueblo un acompañamiento y
ordenamiento de la vida, esto aparece en el decálogo. Las tablas de la ley son
las tablas de la alianza.
El Señor de la Alianza exige incondicionalidad, no
quiere que lo compartan. Pero al mismo tiempo es un Dios misericordioso y fiel
con su pueblo. Cuando el pueblo de Israel es infiel, Dios sigue manteniendo su
fidelidad y perdón.
Dios se relaciona con los hombres personalmente, a
través de la Alianza.
El Dios único y santo que nos trasciende, que hace
alianza con nosotros y nos da su nombre, se nos acerca y nos santifica.
En el Antiguo Testamento aparece mucho el Espíritu
de Dios. El Espíritu como aquella fuerza activa y móvil de Dios que actúa,
salva, guía…
Nos habla de la acción de Dios que actúa en los
profetas, en los jueces y en los reyes, que son poseídos por el Espíritu y
alcanzan victorias o proclaman la Palabra de Dios o gobiernan.
Cuando el pueblo vuelve del destierro, el Espíritu
es para todo el pueblo. Es la renovación de la Alianza: os daré un corazón de
carne y escribiré mi ley en vuestros corazones, el Espíritu se ofrece a todos.
Por último, en el Antiguo Testamento, en contadas
ocasiones se aplica a Dios el nombre de padre, se le compara con la ternura de
un padre, o con la forma de corregir de un padre.
Con esta negativa a usar la palabra padre nos
quiere decir que Dios está en otro nivel de realidad, que trasciende de estas
relaciones, que está más allá de los sexos.
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