jueves, 28 de agosto de 2014

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

En el Padre Nuestro dirigimos a Dios Padre siete peticiones. La petición central del Padre Nuestro “danos hoy nuestro pan de cada día” es la clave de lectura que une las dos partes.
"Danos". Pedir el pan de cada día nos convierte en personas que lo esperan todo de la bondad de su Padre celestial, incluidos los bienes materiales y espirituales necesarios para vivir.
Es la confianza de los hijos que agradecen al Padre su bondad. Con esta petición glorificamos a nuestro Padre reconociendo hasta qué punto es Bueno.
"Nuestro pan". El Padre que nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento necesario para ella. Nos da todos los bienes que nos convienen, tanto materiales como espirituales.
Pero la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra hondura de esta petición: llama a los cristianos que oran a una responsabilidad efectiva hacia sus hermanos.
Esta petición sirve además para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4, 4).
Los hombres tienen un hambre espiritual que no se puede saciar con medios materiales. Se puede morir por falta de pan; pero también se puede morir porque sólo se ha recibido pan. En el fondo somos alimentados por aquel que tiene palabras de vida eterna (Jn 6,68) y es un alimento que no perece (Jn 6,27).
Esta petición llama a los cristianos a movilizar todos sus esfuerzos para anunciar el evangelio a los pobres.
"Hoy" es también una expresión de confianza. Si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Así que no os preocupéis del mañana (Mt 6, 25-34): Jesús nos invita a vivir confiados en la providencia del Padre celestial, a no andar preocupados por lo que vamos a comer sino a buscar el Reino y su justicia, pues todo lo demás se nos dará por añadidura.
Jesús cuando hace referencia al maná afirma que quien dio de comer el pan bajado del cielo fue el Padre, y añade: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed.” (Jn 6, 31-35). Jesús es el pan bajado del cielo que da vida al mundo.
Jesús siente lástima de la multitud porque no tienen nada para comer y pide a los discípulos que hagan algo, que compartan lo que tienen, «todo» lo que tienen. Cuando así lo hacen, Jesús multiplica los panes y los peces y hay comida para todos.
Esta debería ser la actitud del cristiano: darlo todo y darse a sí mismo, como Jesús, nuestro Maestro.
Si pedimos al Padre lo necesario, tenemos que estar dispuestos a compartir con los demás los bienes que recibimos de Dios.
Ningún cristiano puede formular esta petición sin pensar en su responsabilidad real por todos aquellos a quienes en el mundo les falta lo necesario para vivir.
Para reflexionar:
¿Qué pan debemos pedir al Padre? ¿A qué actitud nos lleva esta petición?

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