En el Padre Nuestro dirigimos a Dios Padre siete peticiones.
La petición central del Padre Nuestro “danos hoy nuestro pan de cada día” es la
clave de lectura que une las dos partes.
"Danos". Pedir
el pan de cada día nos convierte en personas que lo esperan todo de la bondad
de su Padre celestial, incluidos los bienes materiales y espirituales
necesarios para vivir.
Es la
confianza de los hijos que agradecen al Padre su bondad. Con esta petición
glorificamos a nuestro Padre reconociendo hasta qué punto es Bueno.
"Nuestro
pan". El Padre que nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento
necesario para ella. Nos da todos los bienes que nos convienen, tanto
materiales como espirituales.
Pero
la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra
hondura de esta petición: llama a los cristianos que oran a una responsabilidad
efectiva hacia sus hermanos.
Esta
petición sirve además para otra clase de hambre de la que desfallecen los
hombres: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios" (Mt 4, 4).
Los hombres
tienen un hambre espiritual que no se puede saciar con medios materiales. Se
puede morir por falta de pan; pero también se puede morir porque sólo se ha
recibido pan. En el fondo somos alimentados por aquel que tiene palabras de
vida eterna (Jn 6,68) y es un alimento que no perece (Jn 6,27).
Esta petición llama
a los cristianos a movilizar todos sus esfuerzos para anunciar el evangelio a
los pobres.
"Hoy" es también una expresión de confianza.
Si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Así que no os preocupéis
del mañana (Mt 6, 25-34): Jesús nos invita a vivir confiados en la providencia
del Padre celestial, a no andar preocupados por lo que vamos a comer sino a
buscar el Reino y su justicia, pues todo lo demás se nos dará por añadidura.
Jesús cuando hace referencia al maná afirma que quien
dio de comer el pan bajado del cielo fue el Padre, y añade: “Yo soy el pan de
la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá
sed.” (Jn 6, 31-35). Jesús es el pan bajado del cielo que da vida al mundo.
Jesús siente lástima de la multitud porque no tienen
nada para comer y pide a los discípulos que hagan algo, que compartan lo que
tienen, «todo» lo que tienen. Cuando así lo hacen, Jesús multiplica los panes y
los peces y hay comida para todos.
Esta debería ser la actitud del cristiano: darlo todo
y darse a sí mismo, como Jesús, nuestro Maestro.
Si pedimos al Padre lo necesario, tenemos que estar
dispuestos a compartir con los demás los bienes que recibimos de Dios.
Ningún cristiano puede formular esta petición sin pensar en su
responsabilidad real por todos aquellos a quienes en el mundo les falta lo
necesario para vivir.
Para
reflexionar:
¿Qué pan debemos pedir al Padre? ¿A qué actitud nos
lleva esta petición?
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