El hombre cuando se reconoce a sí mismo, se
reconoce en su historia viviendo, con un proyecto de vida que le obliga a
optar constantemente. Se sabe dueño de sus actos y debe responder de ellos.
Quiere conocer su origen y descubre que la vida le
es dada, pues nadie ha pedido ni decidido nacer, descubre que es criatura
porque no se ha dado a sí mismo la vida.
Pueden haber 3 principios de todo lo que existe: la materia
eterna, el azar y la creación.
Si nuestro principio fuera la materia: ¿La materia
puede evolucionar y llegar a ser una persona con pensamientos? Y si el
pensamiento también es materia ¿qué es la materia, cómo de la materia puede
salir el amor?
Partiendo de la materia podemos pensar que venimos
de una evolución animal, pero ¿somos solo materia? ¿se puede pasar de la
materia al espíritu? ¿la materia es eterna?
Otra posibilidad es que nuestro origen sea el azar,
que hayamos surgido casualmente de una evolución.
Si eso fuera así, el hombre sería fruto de algo
casual y, ¿somos fruto de una casualidad o de la suerte?
Preferimos, y creemos, haber nacido por un acto de
amor. Puestos a elegir que procedemos de una materia eterna, de un azar,
pensamos que un acto creador de amor es nuestro origen.
Un acto de amor sólo lo puede producir alguien que ama, y si nuestras vidas tienen un principio de amor, tendrán un fin de
amor.
La criatura remite a su creador, pero tienen que ser distintos para decirle te quiero. El amor exige la
alteridad, y nosotros somos el tú del Creador.
De las 3 opciones del origen del hombre, la más
racional es la que dice que somos criaturas salidas de un acto de amor, y sea
lo que sea ese Dios Creador, llevamos su imagen, pues el creador de esa obra se
manifiesta en lo creado.
Si no sabemos de donde venimos, difícilmente
sabremos a donde vamos. El inicio y el fin coinciden, si sabemos de donde venimos
sabremos a donde vamos.
La vida del hombre carecería de sentido si no se
sabe de donde viene, porque no sabría a donde va.
Si pensamos que el hombre es criatura creada por un
principio, que llamamos Dios, y si el fin del hombre está en su principio, el
fin del hombre es Dios.
Este fin es un bien para el hombre. El bien es lo
que es el hombre, la verdad de su ser.