Para Juan creer es ir hacia Jesús, aceptarle… es
tener vida. Por el creer ya tenemos vida eterna, ya subsistimos.
La fe es el resultado final de creer. Escuchar a
Jesús es creer, ir a Jesús es creer. El que crea no tendrá sed, el que crea
tiene vida eterna y aunque haya muerto vivirá…
La fe tiene como objeto el hombre llamado Jesús. Va
en la dirección de Jesús.
Pero no es hasta la cruz donde se manifiesta la
gloria de Jesús, allí es donde gracias al Espíritu Santo ya se puede tener fe.
El creer joánico penetra en el misterio de la
identidad de Jesús. A través de los signos se ha ido descubriendo la identidad
de Jesús que su persona humana ocultaba, sus signos revelan su gloria, pero
cuando Jesús es exaltado en la cruz es cuando se le conoce, gracias al Espíritu
Santo, el momento de conocer es el momento de la fe.
La exaltación y el don del Espíritu Santo
coinciden, Jesús muere entregando el Espíritu.
La comunidad joánica está al pie del crucificado.
Ahí nace la Iglesia.
Sin el Espíritu Santo es imposible recordar y
penetrar en las palabras y acciones de Jesús.
El creer es la posesión actual y plena de la vida
de Dios que nos llega a través de Jesús (no es algo para el futuro).
Jn 17,3: esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti Dios verdadero y a Jesucristo, tu enviado.
¿En qué consiste la vida eterna? En que te conozcan
a Ti, único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien has enviado. Para conocer al
Padre y al Hijo hace falta el Espíritu Santo.
Jn 5,24: el que oye mi palabra y crea al que me
envió tiene vida eterna (habla en presente) y ha pasado de la muerte a la vida
(habla en pasado, ha experimentado ya la resurrección).
Esta plenitud que Jesús ofrece sólo se realiza
después de la exaltación. Porque el creer comienza con la acción del Espíritu Santo
que da comienzo a la actividad apostólica.
La aceptación de Cristo es estar salvado.
Pecado es lo contrario a creer, Juan habla de creer
como “hacer la verdad” y de incredulidad, como “hacer el pecado”.
El pecado fundamental es el de la autosuficiencia y
cerrazón, que es lo que impide un verdadero conocimiento de Dios.
El pecado es la no aceptación del don de Dios que
lleva a la confesión. El creer va unido a la confesión.
Para que la fe sea auténtica debe haber confesión,
reconocer públicamente.
El pecado es rechazar a Jesús, no creer. Si no creo
en él haré cosas que son pecado.
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