jueves, 26 de julio de 2012

LA IGLESIA


Con el Vaticano II pasamos a una comprensión teológica de la Iglesia como misterio, donde los elementos invisibles (la comunión con Cristo y con el Espíritu Santo) son constitutivos de la Iglesia.
Hay 2 aspectos esenciales que forman parte de la Iglesia, lo divino y lo humano, lo invisible y lo visible.
Las realidades eclesiales humanas y visibles, han de ser contempladas como la expresión y realización en la historia de los hombres, de su dimensión sobrenatural e invisible.
Por ello, los parámetros científicos, empíricos, sociológicos… resultan inadecuados para comprender el ser de la Iglesia. Sólo desde la fe podemos acercarnos a comprender el misterio de la Iglesia.
En el Vaticano II toma importancia “pueblo de Dios” para designar a la Iglesia.
Valora primero lo que es común a todos, lo que nos hace iguales, lo que somos: estar bautizados, ser cristianos por la gracia de Dios, que es lo que nos incorpora a la familia de los hijos de Dios (a la Iglesia); y luego vienen los carismas y ministerios: lo que cada uno tiene que hacer.
Por tanto, la Iglesia es un pueblo de iguales estructurado ministerialmente, al que se pertenece por la fe y el bautismo, en el que todos somos necesarios para su vida y su misión.
En la Iglesia participamos de las 3 funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey; tiene una ley nueva: amar como Cristo amó; y su destino final es el Reino de Dios.
Además, es un pueblo de llamados por Dios, procede de arriba, de la elección, alianza y misión. No nace de la voluntad de los hombres, no es una sociedad que pueda ser juzgada con categorías humanas.
Este pueblo es instrumento de la redención universal, es enviado para ser luz del mundo y sal de la tierra.
La Iglesia es comunidad, ya que todos sus miembros en sus vocaciones particulares, tienen que desempeñar un papel activo en la vida y culto de la Iglesia. Formamos una misma familia.

1 comentario:

  1. Si la iglesia no fuese voluntad de los hombres no hubiese cometido aberraciones a lo largo de la historia. A veces la luz se apaga y la sal se vuelve sosa y eso es por causa de los hombres.

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