Jn 17,3: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo”.
La expresión “vida eterna” no
significa la vida que viene después de la muerte, en contraposición a la vida
actual (que es pasajera).
“Vida eterna” significa la vida
misma, la vida verdadera. Que puede ser vivida también en este tiempo y que
después ya no puede ser rebatida por la muerte física.
Esto es lo que interesa, abrazar
ya desde ahora “la vida”, la vida verdadera, que ya nada ni nadie pueda
destruir.
Jn 5,24: “Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la
vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la
vida”.
En la primera parte de este texto
Jesús habla en presente y en la segunda habla en pasado: ha experimentado ya la
resurrección.
Si reconocemos a Dios y a su
enviado Jesucristo, ya estamos “viviendo la Vida”, ya poseemos la vida eterna.
La finalidad de Juan en su
evangelio es que todos los signos que hace Jesús son para que creamos que Jesús
es el Mesías, y para que creyendo tengamos vida en su nombre.
El Padre tiene un proyecto de amor
sobre la humanidad, que se hace evidente a través de los hechos y de las
palabras de Jesús, y su finalidad es dar vida eterna a los que creen en Él.
Creyendo se tiene vida eterna.
Esto nos sitúa en la tesitura de
creer y tener vida eterna, o no creer y no tenerla.
La vida eterna es desde el momento
en que se acepta a Jesús. Por el creer ya tenemos vida eterna, ya subsistimos.
Jn 11,25: “El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.
Jn 14,19: viviréis, porque yo sigo viviendo.
Lo característico del discípulo de
Jesús es que “vive”.
El discípulo, mucho más allá del
simple existir, ha encontrado y abrazado la verdadera vida que todos andan
buscando. La vida misma, la vida plena y, por tanto, indestructible.
El hombre encuentra la vida eterna
a través del conocimiento, pero no es un conocimiento cualquiera, sino el hecho
de “que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo”.
Este es un conocimiento que se nos
ha dado por la fe.
En el encuentro del hombre con
Jesucristo se produce ese conocimiento de Dios que se hace comunión y, con
ello, llega a ser “vida”.
El hombre ha encontrado la vida
cuando se sustenta en Jesús, que es la vida misma, entonces en el hombre la
vida verdadera perdura.
Lo que da esa vida que ninguna
muerte puede quitar, es la relación con Dios en Jesucristo.
Esta Vida la da Dios a todos los
que han aceptado al Hijo de Dios, aunque unos lo aceptaron y otros no.
Jn 3,14-16: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Vivir
en el cielo es estar con Cristo. La vida es estar con Cristo. Donde está
Cristo, allí está la vida, allí está el Reino.
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