Hoy, el cristiano tiene la sensación de nadar contra-corriente.
Ya no es natural ser
creyente. Un desinterés religioso parece envolverlo todo.
La cultura que se difunde en la sociedad está dominada por la
increencia. Los medios de comunicación que invaden los hogares, propagan una
cultura que favorece la increencia.
La religión es considerada por muchos como ignorancia o falso consuelo
ante las injusticias sociales.
Sobre todo entre los jóvenes, se da un cientifismo que les lleva a
negar los principios del mensaje cristiano.
Aunque es preciso resaltar que, la increencia de la mayoría no es fruto de una decisión responsable, sino
resultado de una existencia “in-trascendente”.
La cuestión es vivir. Vivir lo mejor posible el presente sin
plantearse grandes problemas.
No es extraño encontrar en la sociedad actual una postura de indiferencia
religiosa. Son indiferentes no sólo al cristianismo sino a toda búsqueda o
interrogante religioso.
Nos hacemos esta pregunta: ¿no será esta la causa de tanta infelicidad
en nuestro mundo?
El hombre prescinde de su raíz, de su esencia, de su razón de ser, de su Creador, ¿no será esta la causa de sus depresiones, insatisfacciones, tristezas y falta de motivación ante la vida?
El hombre prescinde de su raíz, de su esencia, de su razón de ser, de su Creador, ¿no será esta la causa de sus depresiones, insatisfacciones, tristezas y falta de motivación ante la vida?
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