sábado, 18 de agosto de 2012

PURGATORIO


El Papa Benedicto XII en el S. XIV afirmaba que, las almas de los justos que no tienen nada que purgar pasan directamente a la vida eterna después de la muerte. Las almas de los que mueren en pecado mortal van al infierno directamente.
Habla de 3 estados, pues los justos pueden morir sin nada que purgar o con algo que purgar.
Se supone que la purificación tiene lugar después de la muerte, es transitoria, y una vez terminado de purgar las penas, se pasa al cielo.
Interpretación del purgatorio: Toda la vida estamos deseando ser mejores, tenemos sed de plenitud personal, queremos ser algo más de lo que somos, estamos insatisfechos, y descubrimos nuestros defectos y limitaciones. Vamos creciendo y nos vamos viendo inmaduros.
Esa conciencia de que tenemos inmadurez crea una tensión.
Esta tensión la describe S. Pablo: veo el bien y quiero hacerlo, pero hago lo contrario de lo que deseo…
En la vida tomamos decisiones, y hemos decidido orientarla a Jesús, nos consideramos cristianos, seguidores de Jesús. Pero eso lo compaginamos con una disposición al pecado, y ese hábito de pecar hay que curarlo.
Queremos ser santos y puros y no lo conseguimos, estamos insatisfechos y en fase de maduración.
La madurez cristiana se da cuando todo nuestro ser, con todas las inclinaciones y facultades, estén orientadas a Dios.
Por tanto, si morimos sin haber conseguido esa maduración, debemos pasar por un estado que complete esa madurez o purificación, y así conseguir la limpieza de corazón.
Si esta madurez no se consigue en este mundo, en el purgatorio se nos da la oportunidad de centrar todas las dimensiones de nuestro ser en una única opción fundamental por Cristo.
El tiempo de purificación sirve para dejar esos hábitos malos y tener un corazón libre.
Cuando una persona se pone en manos de Dios, con la ayuda de la gracia se va purificando y convirtiendo en santa, pero si se muere antes de que suceda eso, tiene que purificarse pasivamente.
Acontece entonces un sufrimiento de amor (que es el fuego del purgatorio), el querer estar con Dios y no poder. Es un sufrimiento con esperanza.
Es un sufrimiento de impotencia por haber malgastado la vida, y para salir de ahí se necesita la ayuda de los demás. Los demás deben colaborar para que podamos ponernos el traje adecuado para entrar en el cielo, es la comunión de los santos.
Para reflexionar:
Si en esta vida no hemos madurado espiritualmente lo suficiente para anteponer a Dios a todas las demás cosas, y todavía persiste en nosotros la inclinación al pecado, aunque estemos perdonados por la misericordia de Dios ¿podemos entrar así en el cielo o debemos purificarnos?
¿Es importante la comunión y la intercesión entre todos para alcanzar la vida plena con Dios?

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