Mt 5,9: Bienaventurados los que trabajan por la
paz, porque serán ellos llamados hijos de Dios.
El Señor promete a David que le nacerá un hombre
pacífico que en sus días concederá paz y tranquilidad a Israel, y que será para
mí un hijo y yo seré para él un padre (1Cro 22, 9ss). Hay relación entre
filiación divina y paz.
El que se presenta como Hijo de Dios debe traer paz,
ya que establecer la paz es inherente a la naturaleza del ser Hijo.
En cambio, el que predica violencia nunca puede
venir de Dios.
Jesús aparece como Hijo de Dios, por lo que tiene
que trabajar por la paz más que nadie, es el príncipe de la paz, el que derriba
todas las diferencias y establece la paz en toda la humanidad.
S. Pablo nos dice que nos reconciliemos con Dios. La
enemistad con Dios es el punto de partida de toda corrupción del hombre, por lo
que hay que superarla para conseguir paz.
El daño principal que podemos sufrir los humanos es
separarnos de Dios, pues entonces nos desorientamos e imponemos nuestros
criterios al mundo.
Si el mal de la humanidad es separarse de Dios, el
principio del bien es reconciliarse con Dios, y esto produce una gran paz
interior.
Sólo el hombre reconciliado con Dios puede estar
también reconciliado y en armonía consigo mismo, tiene paz, y puede establecer
la paz fuera de sí mismo.
Para la paz del mundo, lo primero que debemos hacer
es reconciliarnos con Dios, para así tener paz, y luego con la fuerza de Dios
trabajar por la paz.
En cambio, si el hombre pierde de vista a Dios fracasa
la paz y predomina la violencia.
Que haya paz en el mundo es voluntad de Dios, y por
tanto, tarea nuestra, pero no se puede imponer por violencia o miedo.
La promesa es que los que trabajan por la paz son
llamados hijos de Dios. Estas 2 cosas van unidas esencialmente.
Esta bienaventuranza nos invita a ser y a realizar
lo que el Hijo hace, para así llegar a ser hijos de Dios.
Para reflexionar:
¿Cuál es el camino para poder trabajar por la paz?
¿Transmitimos paz a los que nos rodean?
¿En nuestra vida predominan las discusiones y las
disputas por imponer nuestros criterios, o la armonía y la cordialidad en el
trato con los demás?
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