martes, 25 de septiembre de 2012

FUNDAMENTO TEOLÓGICO DE CÁRITAS



Los cristianos tenemos una vida y fin sobrenaturales que nos lleva a trabajar por amor a Dios y para gloria de Dios (manifestar la bondad de Dios unidos a Cristo). Estos son fines distintos a los de los que no pertenecen a la Iglesia, y es la diferencia entre cáritas y otras ONGs.
La caridad nos la da Dios, nos da su amor. Dios ha amado primero y ese amor nos lleva a amar a Dios, y al prójimo en Dios.
Caridad es participar del mismo amor de Dios, es amar con amor divino. Esto es posible porque por el bautismo hemos sido elevados a participar de la vida de la Trinidad, y esto hace que nuestro pensar y querer se transformen en el pensar y querer de Dios. Nos transformamos en personas nuevas que aman.
El amor que Dios ha puesto en nosotros nos une y hace semejantes a él, nos diviniza, porque queremos lo que él quiere y amamos en su mismo amor. Este es el verdadero amor, que no es impuesto desde fuera sino que nace de nosotros.
Al poseer el amor de Dios, amamos como Dios ama, con su intensidad y con sus características, de forma superior a nuestras posibilidades humanas.
Dios quiere que permanezcamos en su amor y, con ese amor quiere que nos amemos unos a otros. Lo primero es amar a Dios, y porque amamos a Dios hacemos todo lo demás. De nada sirve distribuir nuestros bienes si no se hace impulsado por el amor de Dios. Las cosas que salen del amor, de Dios, dan grandes frutos en el mundo.
Esta unión con Dios nos hace mirar a la otra persona desde la perspectiva de Cristo y ofrecerle la mirada de amor que necesita, pues el amor y la palabra que el otro espera de nosotros es la de Cristo a través de nosotros.
El amor de Dios es la meta, el por qué de todas nuestras acciones, por ello debemos hacerlo todo con caridad porque si no, no vale de nada. Dios nos examinará del amor.
No podemos amar a Dios a quien no vemos si no amamos al hermano al que vemos. Amor a Dios y al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. La caridad es una, y es la que nos hace vivir la vida de Dios. La santidad está en la perfección de la caridad.
Además, Cristo se hace objeto de nuestra caridad con los hermanos: Es el “lo que al otro hiciste, a mí me lo hiciste”.
La caridad se ejercita en medio de la sociedad para ordenar las realidades terrenas según el proyecto de Dios, busca una sociedad en la que todos nos amemos. Por eso no decimos que hay que dar al otro lo suyo, sino que nos hacemos prójimo y nos damos al otro.
Para reflexionar:
¿Por qué no nos sirve lo que se hace sin caridad?
¿Cuál es el amor verdadero?
¿Qué hacemos por los demás?

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