En los evangelios no se define el Reino de Dios,
pero Jesús es condición para la realización del Reino, lo hace presente, es
inseparable a él, ya que nos invita a elegir el Reino de Dios con la
aceptación o rechazo de su persona y de su predicación.
Cuando Jesús dice que ha llegado el Reino de Dios,
quiere decir que ha llegado el perdón sanador de Dios. El Reino de Dios es la
nueva familia de los que han sido perdonados por Dios.
Jesús viene a sanarnos, a perdonarnos, nos hará
personas nuevas y nos llamará hijos de Dios.
Los primeros en recibirlo son los discípulos, ellos
formarán una nueva familia.
El grupo de discípulos convocado y fundado por
Jesús, se reúne y se consolida como grupo viviendo alrededor de Jesús, identificándose
con su destino. Es el núcleo del Reino de Dios y es también el núcleo de la Iglesia.
Jesús es el Reino y los que se unen con él van
entrando a formar parte del Reino de Dios. El Reino de Dios está donde está
Jesús.
Jesús propone e invita a un nuevo estilo de vida
que es el Reino de Dios. Nos dice que el Reino de Dios sería lo que sucedería
en el mundo si realmente Dios ejerciera su poder. Cambia todo. La resolución de
los problemas del mundo se consigue dejando que Dios sea Dios, dejando la
solución en sus manos.
El hombre se hace partícipe del Reino de Dios
mediante la fe y la conversión, pero sólo
quien lo estima más que a todas las cosas y lo busca sobre todo, lo
alcanzará.
Reino e Iglesia no se identifican, porque la
pertenencia a la Iglesia
no garantiza la entrada en el Reino, pero hay una vinculación, ya que la Iglesia está al servicio
del Reino, es signo y sacramento del Reino.
La Iglesia no es un fin en sí misma, está ordenada al Reino
de Dios, del cual es germen, signo e instrumento, y su misión es anunciar los
valores evangélicos expresión del Reino de Dios.
El Reino está presente en la Iglesia, es el ya pero
todavía no. Hay una tensión con plenitud escatológica.
La realidad o naturaleza del Reino es misterio,
unas veces se habla como realidad presente y otras como realidad futura, no es
una realidad consumada. Con Jesús comienza la aurora del reino de Dios pero no
la consumación.
El Reino iniciado en la tierra
por Jesucristo, ha de ser extendido hasta que en el fin de los tiempos sea
consumado por Dios cuando Cristo reine en todo y sea todo en todos. Esto no se dará en este mundo, sino
cuando Jesucristo vuelva para aniquilar el mal, se cree un cielo nuevo y una
tierra nueva, y resucitemos.
Para reflexionar:
¿El Reino de Dios se podrá implantar en este mundo
o sólo se podrá vivir en él en el cielo, en la comunión de los santos?
¿Cómo podemos participar en el Reino de Dios y
facilitar su instauración?
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