La justicia ha de buscar la igualdad humana, debe hacer posible la igualdad de todos los ciudadanos, responde a
ese ideal utópico. Aunque es un ideal que no está aquí, estará después, está en
Cristo.
La caridad política (la que se da en la polis, en
la ciudad), es el amor eficaz que se actualiza en la consecución del bien común:
que son las condiciones que posibilitan el desarrollo y crecimiento de la
persona humana.
En la consecución del bien común es donde la
justicia y la caridad se encuentran, ya que el hombre actúa por la justicia y
la caridad para el bien común.
La caridad implica una exigencia de la justicia, ya
que se necesita el reconocimiento de la igualdad para poder amar. Para querernos debemos ser iguales, primero soy
justo contigo, y luego me convierto en tu prójimo por amor. Se necesita la
justicia para poder decir te quiero.
Cuando hablamos de caridad no decimos dar al
otro lo suyo, sino que nos hacemos prójimos, nos hacemos el otro y nos damos a
él.
De ahí que la ética cristiana supera las relaciones
de igualdad que brotan de la justicia.
La caridad política busca una sociedad en la que
todos nos amemos, y esto lo hace posible la justicia, que es la mediación que posibilita que
el otro experimente el amor que le tenemos.
La caridad política no suple las deficiencias de la
justicia, ni encubre las injusticias que se cometen. Es un compromiso activo y
operante: decir primero todos somos iguales, y luego todos somos hermanos.
El bautizado tiene la vocación de ordenar las
realidades terrestres según el proyecto de Dios, es la caridad en medio de la
polis, esto es lo específico de la vocación del laico, la utopía del amor: que
el proyecto de Dios sobre el hombre se puede hacer realidad aquí y ahora.
La presencia del cristiano en la sociedad se
manifiesta en la fraternidad: querer a todos como hermanos, presuponiendo la
justicia.
Justicia y amor de Dios: Dios juzgará, pero su
juicio es justificante. Cuando juzga hace justos.
El juicio de Dios se ha producido ya, se da en la
cruz cuando muere Jesús. Ahí el Padre juzga a la humanidad en Jesucristo, y el
pecado o la injusticia están vencidas en la justicia del Hijo. Dios nos hace
justos consintiendo que su Hijo muera por nosotros. Así es el amor de Dios.
Para reflexionar:
Para la consecución del bien común ¿se necesita la
justicia y la caridad? ¿cuál es más importante?
¿La caridad debe actuar cuando no hay justicia? ¿debe subsanar la falta de justicia?
¿Se puede amar desde la injusticia?
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