lunes, 10 de septiembre de 2012

ORACIÓN


Decía Santa Teresa que la oración es un trato de amistad, de estar a solas con quien sabemos que nos ama.
Es encuentro de relación con Dios, diálogo personal entre el hombre y Dios.
Sólo por la oración se entra en relación con Dios, por ello quien no ora no entiende la fe que cree y celebra, vive fuera de Dios y no respira su amor y verdad.
Es una relación en la que no se busca paz o bienestar, sino amar y hacer la voluntad de Dios.
La oración no es para expertos ni depende de técnicas o métodos sofisticados, es para niños (no de edad) pues se realiza con humildad, confianza y abandono en Dios.
La oración nos transforma en personas que aman y se entregan como Jesucristo, por eso la oración auténtica suscita la caridad. Nos empuja a colaborar con la misión de la Iglesia y en el servicio a los hermanos para mayor gloria de Dios.
Si la oración no transforma nuestras vidas es que no es auténtica, pues la oración sincera nos lleva a revisar nuestra vida, a reconocer los pecados, a invocar la misericordia de Dios y a cambiar nuestra vida por amor.
Los que oran viven centrados en Dios, no buscan alabanzas ni se sienten ofendidos por los demás.
La oración es el camino de la unión con Dios, vamos entrando en Dios, que nos va iluminando y haciéndonos saber cual es su voluntad. Al mismo tiempo nos da la gracia para que obremos desde esa unión con Él. Es la unión de voluntades, el matrimonio espiritual.
Cuando el alma está unida a Dios, la oración es habitual, por lo que en el trabajo y en la vida cotidiana se está orando porque se está haciendo la voluntad de Dios.
Sin oración no se ve nada, no se cree que se hace algo mal, no se tienen virtudes ni apostolado.
Cuando se comienza con la oración, nos damos cuenta que hacemos cosas mal, combatimos el pecado, se hace apostolado, y aumenta la frecuencia de los sacramentos.
Si oramos, vivimos desde Dios. Dios comienza a reinar en nuestra voluntad, y al final nos convertimos en personas que aman en Dios y desde Dios. Es la comunión Trinitaria, vida en Cristo.
La oración es el acto central de la actitud religiosa, donde la oración ha enmudecido, ha desaparecido también la religión.
Para autentificar la oración, hay que decir siempre “Señor haz tu voluntad” con esa frase debe acabar toda oración.
Para reflexionar: 
Si no oramos y no nos relacionamos con Dios ¿cómo podemos saber cuál es su voluntad?
¿Buscamos en la oración que Dios nos ayude en lo que creemos que nos conviene?

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