jueves, 30 de agosto de 2012

IGLESIA UNIVERSAL Y PARTICULAR


La Iglesia es católica o universal porque Cristo está presente en ella y es para todo el género humano.
La Iglesia de Cristo expresa totalidad, por lo que es universal, ya que donde estén estos 4 elementos: Obispo, Espíritu Santo, Evangelio y Eucaristía, está toda la Iglesia, no le falta nada, está completa.
Esta Iglesia católica existe en las iglesias particulares con todos sus elementos esenciales.
La Iglesia particular se constituye cuando una porción del pueblo de Dios se confía a un obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, quedando unida a su pastor, y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía. De forma que en esa Iglesia particular está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
En las iglesias particulares se hace presente la Iglesia universal con todos sus elementos esenciales, ya que están formadas a imagen de la Iglesia universal, que es una Iglesia en muchas iglesias.
La Iglesia particular, local, o diócesis, es la realización en un lugar, en una lengua, en una cultura, de la Iglesia universal, ya que ésta se hace presente y operativa en la particularidad y diversidad de personas, grupos, tiempos y lugares.
Cada obispo es principio y fundamento de unidad en su Iglesia particular. De forma que la Iglesia católica una y única, existe en las iglesias particulares, y a base de las iglesias particulares.
Por eso cada obispo representa a su iglesia, y todos los obispos con el Papa, a la Iglesia Católica Universal.
Sólo hay una Iglesia, la universal, que no es un conjunto de iglesias particulares confederadas, ni la suma o la reunión de todas ellas, sino la única Iglesia de Dios difundida por todo el orbe, pues la Iglesia Católica existe como tal en cada Iglesia particular.
La Iglesia universal existe y se manifiesta en las particulares.
La Iglesia es, y lo es simultáneamente, universal y particular.
Toda Iglesia particular, con las características propias de cada pueblo está presente en la Iglesia universal. 
Para reflexionar:
¿Nos damos cuenta que siendo miembros de nuestra iglesia diocesana formamos parte de la Iglesia universal?
Las iglesias particulares insertadas en culturas e idiomas distintos ¿se diferencian de la Iglesia universal que es Una?

viernes, 24 de agosto de 2012

JOB


El libro de Job se escribió entre los siglos 6 y 3 antes de Cristo, y el tema teológico es la retribución individual: Dios premia a los buenos y castiga a los malos.
Dios dice que Job es un hombre justo, honrado y temeroso de Dios. Satán dice que Job es bueno porque Dios le ha premiado, acusa a Job y le dice a Dios: quítale los bienes y verás cómo te maldice.
Dios autoriza a Satán para que le quite a Job sus posesiones y sus hijos. Pero Job aceptó todos los males, y a pesar de todo, no pecó con sus labios ni maldice a Dios.
Los amigos de Job, al conocer su desgracia fueron a visitarlo y le dieron el pésame por el castigo que había recibido.
Hay un diálogo de Job con sus amigos, en el que Job maldice su vida, y sus amigos le responden desde la sensatez, desde la teología de la retribución clásica: salen en defensa de Dios porque piensan que Job está ofendiendo a Dios.
Le dicen a Job que ha recibido un castigo por sus pecados, que se reconozca culpable y pida perdón, pues Dios es justo y él pecador.
Dicen que no hay inocentes destruidos ni justos exterminados. Esa es la tesis, que los que siembran maldad la cosechan.
Job responde justificándose y reconoce que sus palabras no son atinadas, a causa de su sufrimiento.
Esta es la tónica de los diálogos, hasta que al final los amigos ya no responden convencidos de que Job es inocente y tiene razón.
Luego aparece el diálogo de Dios con Job, que es donde Job encuentra respuesta.
Dios no da la razón a Job, le habla directamente y empieza a introducirlo en su misterio. Le dice que no puede comprender su propia vida, como tampoco puede comprender el misterio de la creación.
Job responde: he desafiado a Dios desde mi sufrimiento, pero ante Dios me siento pequeño y nada añadiré. Reconozco que todo lo puedes… y acaba diciendo: te conocía de oídas y ahora te conozco directamente.
Después de los discursos de Dios, Job se da cuenta de que ha hablado a la ligera y se inclina ante su Omnipotencia, arrepintiéndose.
Curioso es que Dios desaprueba la postura de los amigos (defensores de la doctrina tradicional), pues no respeta la libertad divina y obliga a Dios a una justicia ciega de premio y castigo. En cambio, no desaprueba a Job: no habéis hablado con verdad de mí, como mi siervo Job.
Al final Dios bendijo a Job más que antes, tuvo más hijos, vivió otros 140 años y conoció a hijos, nietos y biznietos.
En este libro se reflexiona sobre el sentido del sufrimiento humano, sobre todo desde la perspectiva del hombre justo. Este problema queda sin solución, pero nos enseña que el hombre debe persistir en la fe incluso cuando su espíritu no encuentra sosiego.
Sé bueno aunque las cosas te vayan mal, porque al final Dios te dará más de lo que tenías.
Es un libro que educa y adoctrina, ayuda a vivir: el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó.
En este libro Dios acaba diciéndole al hombre ¿quién eres tú para pedirme explicaciones? No podemos conocer la mente de Dios ¿cómo vamos a encontrar la razón por la que hay mal?
Para reflexionar:
¿Dios premia en esta vida con bienes a los que considera justos y castiga con el sufrimiento a los que no considera buenos?
¿Cuál es la causa del sufrimiento y del dolor?
¿Por qué padecemos, tiene algún sentido?
¿Dios está obligado a premiarnos o a castigarnos según nuestro comportamiento?

sábado, 18 de agosto de 2012

PURGATORIO


El Papa Benedicto XII en el S. XIV afirmaba que, las almas de los justos que no tienen nada que purgar pasan directamente a la vida eterna después de la muerte. Las almas de los que mueren en pecado mortal van al infierno directamente.
Habla de 3 estados, pues los justos pueden morir sin nada que purgar o con algo que purgar.
Se supone que la purificación tiene lugar después de la muerte, es transitoria, y una vez terminado de purgar las penas, se pasa al cielo.
Interpretación del purgatorio: Toda la vida estamos deseando ser mejores, tenemos sed de plenitud personal, queremos ser algo más de lo que somos, estamos insatisfechos, y descubrimos nuestros defectos y limitaciones. Vamos creciendo y nos vamos viendo inmaduros.
Esa conciencia de que tenemos inmadurez crea una tensión.
Esta tensión la describe S. Pablo: veo el bien y quiero hacerlo, pero hago lo contrario de lo que deseo…
En la vida tomamos decisiones, y hemos decidido orientarla a Jesús, nos consideramos cristianos, seguidores de Jesús. Pero eso lo compaginamos con una disposición al pecado, y ese hábito de pecar hay que curarlo.
Queremos ser santos y puros y no lo conseguimos, estamos insatisfechos y en fase de maduración.
La madurez cristiana se da cuando todo nuestro ser, con todas las inclinaciones y facultades, estén orientadas a Dios.
Por tanto, si morimos sin haber conseguido esa maduración, debemos pasar por un estado que complete esa madurez o purificación, y así conseguir la limpieza de corazón.
Si esta madurez no se consigue en este mundo, en el purgatorio se nos da la oportunidad de centrar todas las dimensiones de nuestro ser en una única opción fundamental por Cristo.
El tiempo de purificación sirve para dejar esos hábitos malos y tener un corazón libre.
Cuando una persona se pone en manos de Dios, con la ayuda de la gracia se va purificando y convirtiendo en santa, pero si se muere antes de que suceda eso, tiene que purificarse pasivamente.
Acontece entonces un sufrimiento de amor (que es el fuego del purgatorio), el querer estar con Dios y no poder. Es un sufrimiento con esperanza.
Es un sufrimiento de impotencia por haber malgastado la vida, y para salir de ahí se necesita la ayuda de los demás. Los demás deben colaborar para que podamos ponernos el traje adecuado para entrar en el cielo, es la comunión de los santos.
Para reflexionar:
Si en esta vida no hemos madurado espiritualmente lo suficiente para anteponer a Dios a todas las demás cosas, y todavía persiste en nosotros la inclinación al pecado, aunque estemos perdonados por la misericordia de Dios ¿podemos entrar así en el cielo o debemos purificarnos?
¿Es importante la comunión y la intercesión entre todos para alcanzar la vida plena con Dios?

viernes, 17 de agosto de 2012

PROFETAS


Los profetas fueron los que dieron al pueblo de Israel la conciencia del significado de su historia.
La palabra profeta significa hablar en vez de, ser portavoz de.
En un principio el profeta era una institución y estaba junto al rey, luego se convertirá en carisma, dando así comienzo el profetismo bíblico.
Natán está en la corte de David y actúa como profeta institucional, hasta que Dios le habla y pasa a la profecía carismática.
Ante el acomodo palaciego de los profetas, surgen Elías y Eliseo que optaron por salir de la corte, vivir pobremente, denunciar abusos y responder a las consultas de los que se les acercaban.
El profeta se aparta de la corte y se convierte en profeta para todo el pueblo. Lo que dice el profeta se pone por escrito, pues sus palabras que se han dicho para el presente, tienen implicaciones futuras.
Tras el reinado de  Salomón el reino se divide en 2, el del norte o Israel y el del sur o Judá. Es una época en la que el incumplimiento de la Alianza provoca desigualdad social y un aumento de la idolatría (sobre todo en el norte con el culto a los baales).
Esto lleva a un distanciamiento entre pobres y ricos y a cultos idolátricos, que influye en el pueblo de Israel. El profeta denuncia esta injusticia e idolatría.
El profeta no es un adivino, pues más que predecir el futuro, lo que hace es hablar en nombre de Dios. Ni es un anunciador del Mesías, ya que las profecías mesiánicas ocupan parte del mensaje profético, pero no es el tema más importante.
Su fidelidad a Dios hace que el profeta aparezca como solitario y apartado o enfrentado a la sociedad. Es un hombre inspirado, que tiene conciencia de que es Dios quien le habla y de que él es sólo su portavoz.
Son personajes públicos, ya que su deber de transmitir la Palabra de Dios les pone en contacto con los demás.
El mensaje de denuncia ocasiona al profeta la persecución de los dirigentes, y a veces de todo el pueblo.
Como la profecía es un carisma, no está ligada a ninguna condición social, religiosa, cultural o política, sólo precisa la vocación previa del profeta por parte de Dios. 
Para reflexionar:
¿Sirvieron los profetas para ir dando a conocer a Dios e ir revelando su plan de salvación?
¿El Dios que nos presentan los profetas es distinto del que nos habla Jesús?
¿Hay profetas ahora? ¿Nosotros podemos ser profetas?

miércoles, 15 de agosto de 2012

PARUSÍA


Jesucristo vendrá por segunda vez a este mundo, entonces se manifestará en toda su gloria. Es la parusía, en la que tendrá lugar la resurrección de toda la humanidad, finalizando la historia humana.
La plenitud de la salvación la tendremos en la parusía, donde se dará la resurrección de la carne, y viviremos en la eternidad en cuerpo y alma.
Hasta la parusía, las almas de los que van muriendo sobreviven a los cuerpos, y en ellas subsiste memoria y voluntad. 
Nuestra alma sabe quien es y es capaz de relacionarse con otras almas, disfruta de la presencia de Dios y ya es feliz, pero esta felicidad sólo la tiene medio ser.
Por eso el alma está a la espera de que el cuerpo resucite, para gozar de la plenitud del ser junto al cuerpo, y ser completamente feliz.
S. Pablo dice que en la parusía vendrá el Señor y los que estén vivos saldrán con él y se los llevará al cielo. Pero primero resucitarán los muertos.
Habrá 2 tipos de resurrección, unos resucitarán para la gloria (vida con Dios) y otros para la muerte (vida sin Dios), puesto que resucitaremos todos los que hemos vivido en este mundo.
Dice Jesús que todo el que coma su carne y beba su sangre tiene vida eterna y lo resucitará en el último día. Último día y parusía es lo mismo.
Sólo cuando estemos resucitados estaremos en comunión de vida plena con Cristo, se nos manifestará tal cual es y lo veremos.
Ver al Hijo es ver la Trinidad, veremos a Dios personalmente a través de la humanidad resucitada de Jesús.
En la parusía se le someterá al Hijo todo el universo, serán derrotados todos los enemigos, y entonces el Hijo con todo sometido a él, se lo someterá todo al Padre.
Para reflexionar:
¿Deseamos realmente la segunda venida del Señor y que finalice esta vida?
¿Pensamos que la vida plena la alcanzaremos con todo nuestro ser: cuerpo y alma?
¿Necesitaremos nuestro cuerpo para ser completamente felices?

lunes, 13 de agosto de 2012

VALOR DE LA VIDA HUMANA


La Sagrada Escritura debe ser la fuente que nos ilumine para ver cual es el valor de la vida humana, y cuales las razones para respetar la vida y no atentar contra ella.
La Biblia no es un compendio de doctrina moral, pero nos explica el sentido de la vida del hombre en relación con Dios y con los demás hombres.
El decálogo nos dice: no matarás. Vemos un respeto al prójimo, con una pedagogía en la que vamos descubriendo que el no matar vale para todos. Vamos comprendiendo como Dios considera la vida.
El texto en el que Abraham va a ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio, nos indica que, a diferencia de otras culturas que sí hacen sacrificios humanos, Dios no los quiere.
No tiene sentido el sacrificio de una vida humana por motivos religiosos u otros. Otra cosa es el sacrificio de la persona como ofrenda.
Dios se hace garante de la vida. Esto se ve cuando recrimina a Caín la muerte de su hermano, pero no quiere que se atente contra la vida de Caín.
La percepción que tiene Jesús sobre la vida nos debe servir a los cristianos para darle valor y sentido a la vida.
Sobre la vida física, Jesús cuando la ve mermada, herida o enferma, la cura.
Jesús ante la vida relacional o social, cuando ve marginación o exclusión, los acoge.
Sobre la vida interior, los que tienen desesperanza, están heridos por el pecado…  Jesús los sana y perdona.
Jesús reconcilia al hombre interiormente, y a su alma con Dios, sin descuidar la parte física.
La vida es un valor fundamental (por lo que no se puede disponer arbitrariamente de ella), pero no es un valor absoluto (se puede dar la propia vida a favor de otros).
El compromiso por la vida conduce a procurar que todo hombre viva una vida digna y humana, con la corresponsabilidad nuestra en la vida de los demás.
La vida se nos confía para que la custodiemos con responsabilidad y la llevemos a la plenitud por el amor.
Desde la fecundación existen los elementos fundamentales para considerar ya una vida humana, que merece el mismo respeto que se le habrá de otorgar en todo su desarrollo.
Para reflexionar:
¿Damos siempre el mismo valor a la vida humana o varía según el momento y las circunstancias que la acompañan?
¿En qué nos basamos para dar valor a una vida humana?
¿Dónde radica la dignidad de la vida humana para que la podamos defender?

domingo, 12 de agosto de 2012

APOCALIPSIS


El objetivo del libro del Apocalipsis es dar ánimo a los cristianos perseguidos. Es un mensaje válido para todas las épocas mientras la Iglesia sea perseguida (el auténtico cristiano siempre será perseguido). Es una invitación a la fidelidad y a la perseverancia en Dios.
Nos presenta el principio y el fin, pero también lo que está entre el principio y el fin: Jesús, el que vencerá.
Cristo es el pasado, el presente y el futuro. Es el Señor de la historia, ya que abarca el pasado en cuanto que es eterno, se hizo presente en la historia y actúa en ella, y será el que continuará actuando.
La forma de dar ánimo es decir que Cristo ya venció, vence y vencerá al mundo.
Nos invita a mirar al pasado, y ver como Dios rescató a su pueblo de Egipto, del destierro… y si nos mantenemos fieles en el presente, experimentaremos el mismo triunfo que en el pasado, pues también la victoria final le corresponde a Cristo.
Tiene un lenguaje simbólico y cifrado para que no se entienda fuera del ámbito cristiano y judío y no sea censurado.
Se le da al lector, a los perseguidos, por un lado una buena noticia, que el imperio opresor caerá. Pero por otro lado nos advierte a vivir en alerta y militancia cristiana, pues tras Roma aparecerán otros imperios injustos, mientras no se haga realidad el triunfo pleno de Dios.
Trata de infundir esperanza mirando hacia atrás, pero también hacia el futuro, ya que la victoria es de Dios. La última palabra siempre la tiene Dios. Dios es Señor absoluto del mundo y de la historia a cuyo dominio nadie escapa.
La obra tiene un tono de serenidad y confianza, y muestra como llegará a su plenitud la dinámica de la actuación de Dios en el mundo. Quiere ayudar a discernir cómo debe actuar el cristiano para pasar de la iglesia militante a la triunfante.
Se insiste que la salvación o la condenación dependen de elegir a favor de Dios y del Cordero, o de Satán y la Bestia.
Dios trasciende al mundo y a la historia, es Señor de la historia, pero se ve su relación con la humanidad y su actuación en la historia, siendo el mediador por excelencia Jesús, al que ha revelado su plan para que realice en la tierra su voluntad.
Para reflexionar:
¿Pensamos que este libro es actual y nos puede aportar algo hoy?
¿Nos da alguna esperanza leer este libro? ¿Por qué?
Su simbolismo y lenguaje ¿nos lo hace difícil de comprender o nos estimula a profundizar en él para descubrir su significado?

INCREENCIA

Hoy, el cristiano tiene la sensación de nadar contra-corriente.
Ya no es natural ser creyente. Un desinterés religioso parece envolverlo todo.
La cultura que se difunde en la sociedad está dominada por la increencia. Los medios de comunicación que invaden los hogares, propagan una cultura que favorece la increencia.
La religión es considerada por muchos como ignorancia o falso consuelo ante las injusticias sociales.
Sobre todo entre los jóvenes, se da un cientifismo que les lleva a negar los principios del mensaje cristiano.
Aunque es preciso resaltar que, la increencia de la mayoría no es fruto de una decisión responsable, sino resultado de una existencia “in-trascendente”.
La cuestión es vivir. Vivir lo mejor posible el presente sin plantearse grandes problemas.
No es extraño encontrar en la sociedad actual una postura de indiferencia religiosa. Son indiferentes no sólo al cristianismo sino a toda búsqueda o interrogante religioso.
Nos hacemos esta pregunta: ¿no será esta la causa de tanta infelicidad en nuestro mundo? 
El hombre prescinde de su raíz, de su esencia, de su razón de ser, de su Creador, ¿no será esta la causa de sus depresiones, insatisfacciones, tristezas y falta de motivación ante la vida?

sábado, 11 de agosto de 2012

CONVERSIÓN


Es la moral que llama e invita a cambiar de vida, ya que la finalidad de la moral es el seguimiento de Cristo: la conversión.
Convertirse es cambiar. Cambiar la mentalidad y el corazón, las intenciones y las actitudes, los criterios de comportamiento y los comportamientos, pues si no cambiamos los comportamientos lo demás es mentira, la prueba de la conversión es la vida.
La conversión es una experiencia vital. El hombre va por su camino y Dios le sale a su encuentro y le llama, entonces tiene que detenerse, volverse hacia Dios y escuchar su Palabra (esta es la experiencia de conversión), para al final, decidir y actuar con arreglo a aquello que ha experimentado.
Necesitamos la gracia de Dios para convertirnos, para poder darle respuesta.
Hay 2 tipos de conversión, la de fe, que es pasar de no creer a creer, y la moral, que es pasar de hacer cosas mal a hacerlas bien.
Entre ambas conversiones existe una relación, pues al estar la fe relacionada con las obras, la conversión de fe se debe transformar en una conversión moral o de obras.
Una experiencia de fe que no cambia la vida no es conversión. Si la prioridad en nuestra vida no es Dios, es que aún no hemos  iniciado el camino de conversión.
La conversión es que lo que atraiga nuestra vida sea Jesús, que busquemos su voluntad, amarle… es descubrir que Dios es el tesoro de nuestra vida y que merece la pena dejarlo todo por él.
El encuentro del joven rico con Jesús, es el que nosotros tenemos con el Señor cada vez que nos invita, a través de los acontecimientos, a la conversión. Es una llamada del Señor a seguirle.
Para seguirle no basta el aprendizaje teórico, haca falta la adhesión personal al Maestro: ven y sígueme, y además, déjalo todo y carga con tu cruz. Entrega tu vida.
El Señor, más que actos concretos nos pide una conversión, un talante durante toda la vida.
Para reflexionar:

¿Estamos en proceso de conversión o pensamos que ya estamos convertidos?
¿De qué o de quien depende que nos convirtamos?
¿En qué nos damos cuenta que estamos en proceso de conversión?
¿Qué tipo de vida debemos llevar para poder decir que estamos convertidos?

jueves, 9 de agosto de 2012

PRÓJIMO


Cuando el maestro de la ley le responde a Jesús que para alcanzar la vida eterna hay que amar al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y al prójimo como a ti mismo. Jesús le dice: has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida.
Pero el maestro de la ley le sigue preguntando a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Quiere saber a qué prójimo hay que amar.
Jesús le va a decir quien es el prójimo, para ello le cuenta la parábola del buen samaritano y le da la vuelta a la pregunta.
Ante la pregunta de quien es mi prójimo, Jesús nos dice de quien debo hacerme prójimo: ¿quién se comportó como prójimo de ese hombre al que encuentran mal herido?
En esta parábola, al samaritano, cuando llega al lugar donde está el hombre herido, se le conmovieron las entrañas, se compadeció de un hombre al que ve medio muerto.
Jesús nos está diciendo ¿eres capaz de que se te conmuevan las entrañas ante una necesidad? Cuando así sea, encontrarás a tu prójimo.
El misericordioso es el que se conmueve por dentro ante las necesidades de los demás y le ayuda.
Prójimo es aquél al que me acerco por amor. La proximidad la hace el amor, una determinada manera de mirar y actuar.
La vida de Jesús es la vida del buen samaritano. Su vida es eso, se acerca al pobre, al ciego, al pecador… para curar las heridas que puedan tener.
Los Santos Padres ven en esta parábola a Jesús como el buen samaritano que en su actuación salva. Jesús actúa sobre nosotros y nos salva.
Y ven al posadero como a la Iglesia, que rehabilita. Pues Jesús le ha dado a la Iglesia lo que necesita para nuestra curación.
Jesús nos da la salvación y el Espíritu Santo en la Iglesia, la rehabilitación.
Por tanto, más que preguntarnos por quien es nuestro prójimo, debemos averiguar de quien somos prójimo. El título de prójimo nos lo concede el otro después de haber actuado con él.
Para reflexionar:

¿Nos conmovemos ante las necesidades de los demás y nos acercamos a ellos por amor?
¿El conmovernos y acercarnos, nos lleva a actuar?
¿Tenemos lo suficiente para actuar con misericordia?


lunes, 6 de agosto de 2012

SOLIDARIDAD


Para remediar las injusticias y desigualdades sociales, hay quien busca ser solidario como una opción personal.
Pero, ¿es la solidaridad una opción personal? ¿podemos decidir ser o no ser solidarios?
La solidaridad busca constitutivamente el bien de los demás. Cada uno busca el bien de los demás como si fuera su propio bien, es una determinación firme y permanente de empeñarse en la consecución del bien común.
Por ello, no es optativo ser solidario, sino que se convierte para nosotros en una obligación moral que se expresa en un compromiso comunitario.
El fundamento humano de la solidaridad nos remite al hombre que está relacionado con los demás hombres por el mero hecho de ser hombre.
Pero la solidaridad también tiene un fundamento cristiano, pues en Cristo se desborda la solidaridad.
Jesús nos dice que todo lo que hacemos a los demás, a él se lo hacemos. Pero da un paso más, es el "amaros como yo os he amado", esto es la solidaridad plena, amar a las demás personas como Cristo nos ama. Y Cristo nos ama muriendo por nosotros, es un amor radical.
La expresión solidaria por antonomasia es dar la vida por el otro.
La solidaridad no es un sustituto de la justicia, es más que dar a cada uno lo suyo, y tampoco es un sentimiento ocasional u opcional.
La solidaridad se expresa con un compromiso por los demás, en especial por los más pobres, y en ocasiones puede comportar la subordinación de los intereses personales a los de la colectividad.
Los cristianos, fieles al evangelio, tenemos como objetivo crear condiciones para que el hombre lleve una vida digna. Este es el objetivo de la solidaridad, que cada hombre llegue a ser lo que es.