jueves, 6 de septiembre de 2018

CIEGOS


Bartimeo es un ciego sentado al borde del camino (Cf Mc 10, 46-52), que por tanto, no puede ver a Jesús ni seguirle. Está al margen del camino de Jesús.
Pero ese ciego grita a Jesús pidiéndole compasión. Si no le ve ni está en su camino ¿cómo se ha enterado de que pasa cerca? ¿por qué, para qué, le llama?
La iniciativa para el encuentro con Dios siempre parte de Él: “Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre (Dios). Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas” (CIC prólogo 1).
Ese es el motivo por el que Bartimeo puede pronunciar desde lo más hondo de su corazón una oración humilde y repetida: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí” (Mc 10, 47b).
Jesús, que nunca pasa de largo ante nuestras súplicas, se detiene y manda que le llamen.
Los que van con Jesús, unos, increpan al ciego para que se calle y no moleste. Otros, son portavoces de la mejor noticia que se le puede dar: “Ánimo, levántate, que te llama” (Mc 10, 49b).
Podemos estar ciegos ante Jesucristo, vivir mirando solo nuestros intereses, sin poner a Jesús como meta y guía de nuestra vida.
Podemos pensar que no estamos ciegos, pero si vivimos nuestra fe de forma cómoda y rutinaria que hace que nos despreocupemos de aquellos que nos molestan y no les llevemos la buena noticia de que Jesús llama, es también estar ciego.
En cambio, ir de parte de Jesús a infundir ánimo a todos aquellos que no le ven para que oigan su llamada, es ser discípulo.
Esto implica que hemos sido capaces de desprendemos de aquello que nos impide acercarnos a Jesús y le hemos escuchado: “¿Qué quieres que te haga?” (Mc 10, 51a).
Una vez librados de estorbos, esclavitudes y cobardías, responderemos a su pregunta y dejaremos de ser ciegos, y, como Bartimeo, le seguiremos. Este es nuestro objetivo final: la adhesión a Jesús y su seguimiento.
¿Haré un esfuerzo para liberarme de lo que me impide encontrarme con Jesús?: No es mi esfuerzo lo que me lleva a Dios, pero sin él, por alguna razón que se me escapa, no llego a Dios.
Para reflexionar:                             
¿Creo que veo? ¿Hay que escuchar para ver? ¿Qué depende de mí?