domingo, 30 de diciembre de 2012

PROYECTO DE DIOS



Dios, como creador y consumador del mundo, tiene un proyecto de salvación para el género humano.
Este proyecto de salvación comienza con la creación del mundo, culmina con Jesucristo, y se consuma con la escatología.
La Revelación de Dios nos presenta una historia anterior a Jesucristo, es la historia de la salvación que se narra en el Antiguo Testamento.
Pero el centro de la historia de la salvación y de la teología es la Cristología. Jesucristo es la plenitud de todo el proceso iniciado en la creación.
La creación tiene el objetivo de que aparezca Jesucristo con una misión concreta.
Entre Cristo, culmen de la Revelación, y la escatología, consumación del proyecto de Dios, está lo que fundó Cristo: la Iglesia.
La Iglesia continúa la salvación que Jesucristo ha traído a todas las criaturas, y lo hace a través de la predicación y los sacramentos.
Los sacramentos son la acción por medio de la cual la Iglesia hace presente a Jesucristo con todo su poder en la vida de los creyentes.
La Iglesia, Cristo y los sacramentos son inseparables.
Los sacramentos dan la gracia. La gracia es Dios mismo, es Jesucristo.
La gracia (Jesucristo) la da la Iglesia en los sacramentos, y Cristo nos da el Espíritu Santo que hace que nos configuremos con Él.
Cristo, por medio de la Iglesia y a través de los sacramentos nos da la gracia para vivir en la moral cristiana.
La moral cristiana nos llevará a la caridad, que es la virtud teologal más importante.
Con la caridad, cumpliendo el amor, nos presentaremos delante de Dios al final de los tiempos, en la escatología.
Esta es la secuencia: Dios-Revelación-Cristo-Iglesia-sacramentos-gracia-moral-amor-escatología-Dios.
Para reflexionar:
¿Somos conscientes que Dios tiene un plan de salvación para la humanidad?
¿Vemos continuidad en la revelación del plan de Dios antes y después de Jesucristo?
¿Puede fallar ese proyecto de salvación? ¿De qué o de quien depende?

lunes, 10 de diciembre de 2012

MISA (I)



En la Misa se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el culto que los hombres tributan al Padre, adorándole por medio de Cristo, Hijo de Dios.
Además, se recuerda en la Misa a lo largo de todo el año los misterios de la redención, por lo que estos se nos hacen presentes.
La Eucaristía es la cumbre de la vida cristiana, por lo que todas las demás acciones sagradas y obras de la vida cristiana, se relacionan con ella, proceden de ella y a ella se ordenan.
En la Misa o Cena del Señor, el pueblo de Dios es reunido bajo la presidencia del sacerdote que hace las veces de Cristo, para celebrar el memorial del Señor o sacrificio eucarístico.
En la celebración de la Misa en la que se perpetúa el sacrificio de la cruz, Cristo está realmente presente.
Jesucristo está presente de 4 modos en la Eucaristía:
- En la misma asamblea congregada en su nombre.
- En la persona del ministro, ya que el sacramento del orden le capacita para actuar en persona de Cristo.
- En su Palabra. Cuando se proclama la Sagrada Escritura en la asamblea, es el mismo Cristo el que nos habla.
- De una manera sustancial y permanente, en las especies eucarísticas de pan y vino.
Antes de la misa:
El caminar hacia la parroquia, el prepararse para la misa… es signo de que Dios está llamando. Nos ponemos en movimiento y nos reunimos como respuesta a la llamada de Dios para la asamblea.
Partes de la misa:
La misa consta de 2 partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística.
Están tan unidas entre sí que forman un solo acto de culto. Por ello, el misterio proclamado en la liturgia de la Palabra se hace, en cierto modo presente, en la liturgia eucarística.
Se abre la misa con el rito de apertura y se cierra con el de despedida.
La estructura de la Celebración viene dada por lo que hizo Jesús:
En la primera parte, en la liturgia de la Palabra, se realiza lo que hizo Jesús con sus discípulos: predicación y enseñanza, Jesús “les explicaba las Escrituras”.
En la segunda parte de la Eucaristía, en la liturgia eucarística, la Iglesia hace los 4 gestos que hizo Jesús en la última cena:
- Toma el pan: rito del ofertorio.
- Dijo la bendición: plegaria eucarística.
- Lo partió: rito de la fracción del pan.
- Y lo dio: rito de la comunión.
Jesús dijo: haced esto en memoria mía. Lo que hace la Iglesia es lo que hizo Jesucristo. Cada acción de Jesucristo es un kairós, es decir, un acontecimiento salvador irrepetible por su ofrecimiento de sí mismo al Padre.
Para reflexionar:
¿Somos conscientes que en la Eucaristía participamos del mismo sacrificio del Señor?
¿Partimos de la Eucaristía para poder evangelizar y volvemos a ella para alimentarnos?

MISA (II)



Comienzo de la Misa:
Rito de entrada: va desde la procesión de entrada hasta la oración colecta.
Todos Los ritos de entrada nos ayudan a caer en la cuenta que somos una asamblea cristiana llamada por el Señor.
Preside la asamblea el mismo Cristo presente en el obispo o presbítero, que actúa en persona Cristo cabeza, y todos en la asamblea tienen parte activa, cada uno a su manera.
El canto de entrada nos une en una sola voz y nos ayuda a centrarnos en lo que vamos a celebrar.
El sacerdote se santigua y nos saluda (la oración del sacerdote manifiesta el deseo de la asamblea). Nos dice que estamos reunidos aquí y que nuestro deseo es que el Señor esté con vosotros.
Que el Señor está con nosotros no es sólo declarar una realidad (que Dios está presente en la asamblea), sino expresar el deseo de la Iglesia que está llamando al Señor y éste se hace presente.
Después del saludo todos se disponen interiormente por un acto de conversión a Dios y a los hermanos en el acto penitencial, pedimos perdón a Dios.
Sigue la celebración con el canto del Gloria y la oración colecta.
La oración colecta recoge la oración del corazón de cada uno, y elevamos nuestro corazón, por Cristo, al Padre, haciendo también cada uno suya la oración de los demás.
Termina con el amén, afirmación que hace la asamblea de su oración al Padre en unión con Cristo.
Primera parte: Liturgia de la Palabra:
La liturgia de la palabra la forman las lecturas y la homilía, y en ella la Iglesia hace memoria de la historia de la salvación.
Abarca desde la primera lectura hasta que termina la oración universal o de los fieles.
La oración inicial nos ha recogido en actitud de escucha, y caemos en la cuenta que es Cristo quien habla.
El corazón se abre para acoger la Palabra de Dios y hacerla vida, con la intención de que el sacramento actúe en nosotros, que actúe el misterio salvador que proclama la Palabra. De forma que la Palabra nos va haciendo comprender y desear que, después, al participar en la comunión, Cristo nos atraiga y una a él.
Esta escucha de la Palabra de Dios tiene una respuesta en la asamblea, con 3 elementos:
El primer elemento es la meditación del salmo responsorial. Es acoger haciendo oración lo que se nos ha dicho en la primera lectura.
El segundo elementos es el credo. La profesión de fe es una respuesta a la Palabra de Dios, ya que hemos acogido su Palabra con fe y respondemos diciendo que creemos.
El tercer elemento es la oración universal o petición de los fieles. Es oración de los fieles porque éstos interceden por la salvación del mundo, en función de su sacerdocio bautismal.
Para reflexionar:
¿Acogemos la Palabra de Dios para después vivirla?
¿Formamos una unidad con toda la Asamblea y hacemos nuestra las peticiones de todos?

MISA (III)



Segunda parte: Liturgia Eucarística:
Es el memorial, donde se dan los 4 gestos: ofertorio, plegaria eucarística, fracción y comunión.
Abarca desde la presentación de los dones hasta la oración postcomunión.
Tiene 3 partes:
a) El ofertorio:
Va desde la presentación de los dones hasta la oración sobre las ofrendas.
Tomó pan… tomó el cáliz… La Iglesia enmarca en este rito el gesto de Jesús de tomar pan y vino, para convertirlos en su cuerpo y en su sangre.
En el pan y el vino el Señor ha querido simbolizar su cuerpo y su sangre.
Pero también significan la bondad de la creación: fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Dones por los que le damos gracias al creador.
La presentación del pan y vino, y la colecta, forman un todo simbólico: el dinero para el sustento de la vida, y el pan y vino que sustentan la vida, están ganados con la vida de trabajo.
Estos gestos expresan la entrega de nuestra vida en acto de oblación y culto a Dios, que implica caridad para los hermanos, y la unimos a la de Cristo en su sacrificio al Padre por nosotros.
La procesión de ofrendas expresa esa entrega de la comunidad que celebra la Eucaristía.
El sacerdote hace un gesto de ofrecimiento elevando el pan y el vino mientras bendice a Dios. Entonces el fiel ha de elevar el corazón uniéndose a Cristo y se dispone a ofrecerse e inmolarse con él, en el momento de la consagración.
La respuesta amén a la oración conclusiva del ofertorio manifiesta la unidad de la asamblea viviendo todo el simbolismo del ofertorio.
b) Anáfora o Plegaria Eucarística:
Dijo la bendición… Es la oración de bendición a Dios y acción de gracias por la que quedan consagrados el pan y el vino.
Es el corazón y cumbre de la celebración. Es propia del obispo y del presbítero.
La asamblea sólo interviene: con el “Santo”, con la aclamación después de la consagración, y con el amén final.
La plegaria eucarística consta de:
Prefacio: expresa la acción de gracias por nuestra salvación en Cristo. La aclamación del Santo nos une a la alabanza que los ángeles, los santos y la Iglesia celestial cantan sin cesar a Dios.
Epíclesis de consagración: es la invocación al Padre para que envíe el Espíritu Santo y convierta el pan y el vino, en el cuerpo y sangre de Cristo.
Narración de la cena: son las palabras que dijo Cristo por las que el pan se convierte en su cuerpo y el vino en su sangre, hacen presente el sacrificio de la cruz. Son las palabras de la consagración.
En el momento de la consagración, Cristo, presente en el sacerdote por su Espíritu Santo, convierte el pan y el vino en su cuerpo y sangre, y renueva su Misterio Pascual, asumiéndonos a nosotros y a todo su cuerpo Místico con él, en oblación al Padre, para gloria de Dios y salvación del mundo.
En el momento de la consagración nuestra vida está unida a la ofrenda de Cristo, por la que nos ofrecemos nosotros también.
La actitud interna en este momento debe ser de gratitud, adoración, expiación y ofrecimiento.
Después de la consagración, la asamblea proclama el misterio pascual que acaba de acontecer y ansía su consumación en la segunda venida de Cristo.
Anamnesis: expresa el memorial de la Pascua: muerte y resurrección.
Oblación: te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación… expresa el ofrecimiento del cuerpo y sangre de Cristo.
Epíclesis de comunión: se pide la acción del Espíritu Santo para que lleve a término en nosotros y en toda la Iglesia los efectos del sacramento de la Eucaristía.
Intercesiones: se expresa la comunión con toda la Iglesia: con la del cielo, la de la tierra, pidiendo por ella, por el papa y por el obispo propio, con quien entramos en comunión con la Iglesia Universal, y con la Iglesia del purgatorio pidiendo por los difuntos.
Doxología: expresa la glorificación de Dios, fin de todo el misterio salvador.
El amén significa la adhesión a todo el acto salvador de Cristo, y el compromiso con él de mantener en la vida la acción realizada en el altar.
c) La comunión:
En el padre nuestro, como preparación inmediata a la comunión, profesamos nuestra condición de hijos y nuestra relación de hermanos.
El rito de la paz expresa la aceptación de la paz que Jesús nos da y la disposición del corazón en paz con todos.
La paz viene desde el altar, de Cristo a nosotros.
La fracción: lo partió:
La fracción es el gesto de Jesús: lo partió. Significa su entrega, nuestra entrega, ya que todos los que comemos del mismo pan formamos el mismo cuerpo de Cristo.
Lo acompaña el canto del “Cordero de Dios”.
La comunión: se lo dio.
La comunión es el cuarto gesto de Jesús: y se lo dio.
Cristo viene en persona con los efectos de la salvación a obrarla en nosotros por el Espíritu Santo. Esto nos lleva a vincularnos profundamente con Cristo, y por él a todos los hermanos.
La oración postcomunión es la que cierra la liturgia eucarística. Suele pedir que confirme los efectos del sacramento.
Rito de despedida:
El rito de despedida consiste en el saludo, la bendición, y el “podéis ir en paz”.
Lo celebrado ha de ser vivido como testimonio de la presencia en el mundo de Cristo Resucitado.
Para reflexionar:
¿Nos damos cuenta de que en la Eucaristía nos ofrecemos, junto a Jesucristo, a Dios Padre?
¿Qué significa para nosotros que Jesucristo venga en persona a nosotros en la comunión? ¿Cambia nuestras vidas?